abril 27, 2024
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marzo 3, 2016 | 263 vistas

José del Carmen Perales Rodríguez

La Escuela Primaria “Juan José de la Garza” y Secundaria Técnica Número Uno “Álvaro Obregón”, de esta Ciudad, amanecieron de fiesta este miércoles, en la primera de ellas hasta pastel hubo y para ello utilizaron los 30 minutos del recreo. El motivo: en sus respectivas plantillas docentes tienen a seis de los 210 maestros y maestras que obtuvieron un resultado destacado en la evaluación del desempeño.

En el ambiente de ambos planteles flotaba ese orgullo que da tener a un compañero de excelencia que, como señalan los propios evaluados, se sobrepusieron inicialmente a la incertidumbre creada sobre ese proceso, al nerviosismo y la molestia que les provocó ser seleccionados, después a la falta de tiempo para cumplir con cada etapa y al estrés que les causó primero el examen con todos los factores que lo rodearon y la espera de los resultados.

Sin embargo, tras aparecer en los listados de los mejores maestros evaluados a nivel nacional, sus sentimientos, pero sobre todo su pensamiento, han cambiado, están contentos con haber obtenido el 35 por ciento de aumento al sueldo base “nos permitirá junto con nuestras familiar vivir mejor”, coinciden Lidia Susana Martínez Valladares, Santa Esmeralda Alvarado Ramos, Adriana Karina Hernández Quintero y Aracely Dimas Salazar, las cuatro docentes de la primaria “Juan José de la Garza”; así como los profesores de matemáticas Alma Dianey Castillo Castro y Rigoberto Mejía Quiñones de la Técnica Número Uno.

Pero pasar por esta prueba, que no es para nada parecida a las que se aplicaban en el Programa Carrera Magisterial, les abre otra perspectiva, no sólo personal, sino para con su segunda casa: la escuela donde laboran. Por lo que hacen recomendaciones a las autoridades educativas para que más beneficios de algunos de los programas aterricen donde hay respuesta de las comunidades escolares: directivos, docentes, padres de familia y alumnos. Y aunque no lo dijeron: sienten que merecen, ya no una fiesta, cuando menos una visita a su plantel, una tarjeta o una llamada de felicitación.

 

POR MI VOCACIÓN Y MI FAMILIA: RIGO

La entrevista se programó a las 08:30 horas, que es cuando el profesor Rigoberto Mejía Quiñones tenía una hora libre; sin embargo, mientras cruzaba la explanada de la Secundaria Técnica Número Uno, era interceptado por sus compañeros y compañeras que incluso hacían fila para abrazarlo y felicitarlo, “en esta escuela somos un equipo desde el director hasta los intendentes, por eso tenemos un prestigio ganado, por eso mi logro también es de ellos”, comentó a manera de disculpa.

Aunque podría justificarlo con su reconocimiento, el profe Rigo, como le dicen sus alumnos, transpira sencillez que se conjuga con la vocación y el compromiso con la sociedad de transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones, “estoy contento con lo que he obtenido: tengo nivel C en Carrera Magisterial y ahora esto, los motores que me mueven para ser mejor son mi familia –dice mientras sus ojos enrojecen–, mi ética y la responsabilidad que como maestro he adquirido”.

Agradece, con toda honestidad, el apoyo que recibió de su director Enrique Mendoza Martínez y de sus compañeros para hacer frente a las cuatro etapas de la evaluación, “solo no habría logrado obtener este reconocimiento, fuimos 40 los evaluados y aunque sólo dos salimos destacados, el resto obtuvo un nivel bueno, eso nos reafirma como una de las mejores escuelas de la Ciudad y el estado”.

Del proceso en sí desde que fue notificado sobre su participación en la evaluación, el profesor Mejía Quiñones admite que pasó del nerviosismo a la tranquilidad de saber que tiene el apoyo de sus compañeros para enfrentar el reto, para cerrar con la felicidad que le dio saber que la economía familiar mejoraría de golpe a partir de la segunda quincena de mayo.

“Estoy contento, satisfecho con lo que he logrado profesionalmente. En cuanto al salario, es como si me hubieran adelantado de golpe el aumento de los próximos seis o siete años, tomando en cuenta que los incrementos anuales difícilmente rebasan el cinco por ciento y ahora me dan el 35 por ciento”, apunta.

Finalmente, el docente no quiere dejar pasar una recomendación para sus compañeros, pero también para la sociedad: “A mis compañeros les digo que sí se puede, con preparación, salir avante en la evaluación que además es por ley. A los padres de familia y a la sociedad en general les pido que vean esto como un parteaguas y no como una oportunidad para replicar los ataques que nos lanzan y que afectan nuestra imagen. Es cierto que hay maestros excelentes y con vocación, también otros que lo son tanto. Pero también hay padres que están al pendiente de sus hijos y otros no, del trabajo en equipo depende que cada vez haya mejores maestros y alumnos”.

 

LAS CUATRO FANTÁSTICAS

No se autodenominaron así, más bien su personalidad es de humildad y pasión por su trabajo, Lidia Susana Martínez Valladares, Santa Esmeralda Alvarado Ramos, Adriana Karina Hernández Quintero y Aracely Dimas Salazar forman parte las 12 maestras de la primaria “Juan José de la Garza” de la colonia Américo Villarreal, un plantel en que se atiende a 368 niños ubicado en un sector difícil por lo densamente poblado y que da servicio a las colonias Bethel, Alta Vista y Simón Torres, en donde las condiciones de vida son aún más difíciles.

“Aquí nos llegan alumnos que no han probado bocado, no porque no quieran, sino porque no tienen dinero, nosotros somos sus maestras pero no podemos sustraernos a la situación en que viven. Se me arruga el corazón verlos que tienen hambre y sólo observan a sus compañeros comer su lonche, no podemos ser insensibles y sólo verlos como alumnos por lo que tratamos de apoyarlos, por eso una recomendación que podría hacer a las autoridades es que para asignar las becas crucen información con los maestros que realmente conocen las condiciones físicas de los alumnos en este tipo de escuelas”, comenta la maestra Lidia Susana con voz entrecortada.

Por eso no entiende a quienes subjetivamente denigran o demeritan una profesión como la docencia, para la que asegura, no sólo se forma, sino se nace. “Para nosotros hay hora de comenzar a trabajar pero no para dejar de hacerlo, sí se acaba la jornada dentro del plantel, pero en la casa sigue no porque aquí haya quedado inconcluso sino porque hay qué preparar lo del día siguiente, todo combinado con nuestro rol de madres de familia”.

Sobre su experiencia en la evaluación, Martínez Valladares comenta que en principio fue de desconcierto, porque se creó un ambiente que hasta miedo llegó a provocar, “pero ya estábamos en la lista y había que entrarle, trabajar, capacitarnos, estudiar, documentarnos, lo difícil fue el examen ya que traía preguntas sobre programas que apenas están aterrizando, sobre situaciones que nada tenían qué ver con los planes y programas de estudio. Otro aspecto fue lo agotador de la jornada y la rigidez en cuanto al tiempo, ojalá que como dijo el secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, se perfeccione porque la verdad fue mucho el estrés”.

 

‘TAMBIÉN MI ESCUELA’

La maestra Adriana Karina Hernández Quintero habla de los sentimientos encontrados que se desataron en su mente cuando se supo seleccionada, “sí me molesté mucho al principio porque pensé que a quienes debían evaluar era a los que no le echaban ganas, pero después me tranquilicé y junto con mis tres compañeras decidimos formar un equipo, estudiar juntas, apoyarnos, intercambiar experiencias y avances, inicié una nueva relación con ellas”.

Para Hernández Quintero el examen dio paso a una anécdota que ahora le causa risa, pero que en su momento fue una acción de último momento para salir adelante: “La primera etapa fue en la mañana con el examen que me dejó agotada, no podía perder tiempo en nada porque el reloj no podía detenerse, así que me dediqué a contestar las preguntas, me agoté tanto que me sentí sin fuerza para la segunda parte, entonces decidí tomarme una bebida energizante y fue como pude concluir, incluso todavía salí con energía para continuar”, comenta entre risas.

Pasado el proceso, Adriana Karina, que es una apasionada de las tecnologías de la información, evalúa lo logrado por las cuatro pese a las condiciones en que se encuentra el plantel en que laboran, “si nosotros con las carencias que tenemos pudimos ubicarnos entre las destacadas, estando mejor equipada la escuela creo que podríamos ser más con ese nivel. Esperamos que ahora que mostramos nuestra capacidad nos voltee a ver la autoridad, que porque seguramente con más tecnología nuestros alumnos saldrían todavía mejor preparados”.

 

‘ES TIEMPO DE UNIR ESFUERZOS’

Santa Esmeralda Alvarado Ramos, maestra con doble plaza al igual que Adriana Karina, saca como su mejor conclusión de la evaluación del desempeño docente el trabajo en equipo que ellas realizaron y que les dio resultados, pero considera que es momento de aplicar juntos esta estrategia: padres de familia y maestros, porque hasta ahora sólo ha quedado en buenos deseos y solamente algunos han entendido la importancia del rol que les toca jugar en la educación de sus hijos.

“La razón por la que se ha demeritado mucho la imagen del maestro es porque ha permeado la idea de un tiempo acá, de que la educación se considera una labor que sólo nos compete a nosotros cuando una parte muy importante corresponde aportarla a los padres de familia. Ahora se cuestiona cada vez más nuestro trabajo, incluso se nos quiere decir cómo enseñar a sus hijos, cuando por años hemos impartido clases con resultados. Esperamos que esta evaluación les permita a quienes gustan denigrar nuestro desempeño, equilibrar sus opiniones y ser más justos a la hora de criticar”, apuntó.

 

MAYOR EQUIPAMIENTO

Por su parte, la maestra Aracely Dimas Salazar recibe con beneplácito el aumento salarial que gracias al resultado destacado que obtuvo, pero ve en este logro en equipo la oportunidad de que se dé un mayor apoyo en equipamiento a este todos los planteles donde hay maestros comprometidos en ser cada día mejores, equipamiento que permita a los alumnos estar a gusto y no sufrir por inclemencias climatológicas, como ahora mismo ocurre en esa escuela.

“A nadie le viene mal recibir un aumento salarial de esta magnitud, a mí y a mi familia nos permitirán vivir mejor. Pero también pienso en mis alumnos, en mi escuela, a la que le hace falta mejor equipo, mejores bancos, que no se les caigan la paleta o el asiento, pero también ante la próxima temporada de calor que no tengan que sufrir porque tenemos equipos de aire acondicionado ya muy viejos. Creo que estos resultados deben venir a beneficiarnos a todos, nosotros salimos bien pero formamos parte de un equipo que también merece ser reconocido”, finalizó.

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