abril 25, 2024
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Niño con vitiligo conoce a perrito con la misma enfermedad

marzo 25, 2017 | 231 vistas

Rebeca Maldonado.-

Carter es un chico de 8 años que sufre de la enfermedad de vitiligo, un padecimiento que cambia la tonalidad de la piel y que además de todo deterioró su autoestima. Hasta que conoció a Rowdy, un labrador que tiene el mismo problema que él, Carter se sintió tan identificado que volvió a creer que es un niño con suerte.

La madre de Carter, Stephanie Adcock, comenta que su hijo comenzó a tener problemas para desenvolverse en la escuela en Arkansas, cuando las manchas en su piel se hicieron cada vez más notorias, “estaba en una escuela grande con una gran cantidad de niños y su cara se transformaba muy rápidamente”, lo que aumentaba la preocupación de Stephanie quien comentó: “lo primero que me contaba cuando subía al auto es que odiaba su cara y la forma en que se veía”.

Para poder ayudar a Carter, su madre buscó en internet un compañero para él y así el niño pudiera aumentar su confianza y animarse más en sus actividades diarias. Viendo fotografías en la red, encontró la imagen de Rowdy, un labrador con vitiligo que fue diagnosticado en 2014.

Rápidamente, Stephanie contactó a la dueña del can que vive en Oregon, Niki Umbenhower, quien comentó cómo había sido el diagnóstico de Rowdy, “alrededor de los 11 años de edad, empezó a tener un poco de pelo blanco. No pensé nada, sólo que estaba haciéndose viejo”, no le pasaba por la cabeza que podría ser el trastorno de vitiligo.

A pesar de la distancia que existía entre el Carter y Rowdy, las familias se pusieron de acuerdo para que el encuentro entre ellos sucediera pronto, aunque al principio sólo pudieron conocerse por medio de videollamadas.

Afortunadamente un donador anónimo se ofreció a pagar el viaje de Carter para conocer a Rowdy en Oregon, tanto el niño como el perro se emocionaron tanto que se volvieron inseparables en poco tiempo y mejores amigos.

Para Stephanie, todo ha valido la pena, pues ahora Carter se siente muy seguro y sonríe más al no sentirse solo, “En realidad, era un cambio de vida para él. Cambió su infancia para mejor, fue un regalo que no le habían podido dar. No podría ser cualquier otra persona que le hizo sentirse mejor. Tenía que ser ruidoso, tenía que ser un perro”, expresó la madre emocionada.

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