abril 20, 2024
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marzo 27, 2017 | 153 vistas

Rebeca Maldonado.-

A veces nos obsesionamos tanto con nuestros hábitos de aseo personal que nos olvidamos si algunos de ellos son buenos para nuestro organismo o si estamos dejando que nuestro cuerpo siga su orden natural. De hecho, existe un hábito de limpieza que por años ha sido motivo de molestia para los doctores: utilizar hisopos o cotonetes, pues pueden ser perjudiciales para nuestra salud auditiva.

Y es que aunque se sabe que este método es peligroso, las personas lo siguen utilizando ya que a algunos piensan que un oído en el que se vea un poco de cerumen es un oído sucio, dilema que no es del todo cierto.

Recientemente ha habido otro intento por parte de los especialistas para hacer entender a las personas la importancia de reducir el uso de hisopos de algodón en nuestro aseo personal. La Academia Americana de Otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello (AAO-HNS por su siglas en inglés), ha hecho de nueva cuenta hincapié en las repercusiones que se pueden causar si se utilizan cotonetes.

Algunos de los riesgos que se corren cuando los hisopos son introducidos en los oídos son: perforar el tímpano, dislocar los pequeños huesos internos, además de incisiones en los canales auditivos, aún cuando esto se realice con mucha delicadeza. También para otros objetos como llaves, palillos de dientes, horquillas u otros objetos que quepan en nuestros orificios auditivos.

Inclusive si se realiza la limpieza de oído de manera exagerada se pueden sufrir mareos, zumbidos o pérdida parcial o total de la audición.

“El uso de hisopos con punta de algodón puede empujar la cera más adentro del conducto auditivo y dañar el tímpano”, explicó David Battey, director del Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación.

Ahora, te estarás preguntando si tienes que vivir con los oídos llenos de cerumen, en realidad no, puesto que el cuerpo humano produce suficiente cera para mantener los conductos lubricados, limpios y protegidos. Cualquier sucio o partícula de polvo que trata de entrar queda atrapado en la cera, para luego ser expulsado fuera de la oreja con movimientos naturales como masticar. Para «limpiar cualquier exceso de cera, es suficiente con limpiar la parte exterior» de la oreja al bañarnos, recomendó el especialista.

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