abril 25, 2024
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mayo 22, 2017 | 1161 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam .- Son ya tres generaciones, desde 1948, atendiendo el paladar de los victorenses.

Las charamuscas con las que iniciaron siguen endulzando la vida de la clientela.

No solamente de nuestra ciudad, también de otras partes del estado e incluso, los dulces regionales han encontrado clientes en Japón y Holanda.

El prestigio del producto se ha ganado con trabajo, pero también por elaborarlos sin conserva y empleando solamente productos naturales.

Los Navarro han aguantado incluso propuestas para vender la franquicia.

Largos y fecundos 69 años, en los cuales esta familia no ve fin a este negocio, que tiene la intención de seguirnos endulzando nuestras vidas.

Cuenta Juana María Reyes de Navarro que este negocio familiar lo iniciaron los papás de su esposo, el señor Crispín Navarro y Viviana Tovar, oriundos de San Luis Potosí, quienes migraron a la Capital de Tamaulipas, y desde entonces iniciaron con la creación y venta de dulces tradicionales.

La familia mantiene la preparación tradicional de los dulces de
antaño, lo cual puede comprobarse en el sabor, diferente al que se
vende por las calles.

“En San Luis hacen mucho este tipo de dulces, cuando ellos se vinieron para acá empezaron a elaborarlos y venderlos”, menciona.

Dice que cuando sus suegros fallecieron, su esposo, el señor Navarro, se quedó a cargo de esta fábrica familiar de dulces.

Desde que ellos hacían los dulces continúan manteniendo la misma clientela, y con el paso del tiempo cada vez van adquiriendo nueva.

“Después de años, mi sobrino Julián Tovar Navarro se quedó al frente de la dulcería, lamentablemente falleció, y ahora quienes fabrican los dulces son mi hijo Martín Esteban Navarro Reyes y mi nieto Alan Uriel, mi nuera y yo atendemos a la clientela”, platica.

En este negocio todo es familiar, tanto quien prepara los dulces, los envuelve, y atiende a la clientela son miembros de la familia, no cuentan con ningún empleado externo.

Desde dulces de calabaza, chilacayote, biznaga, cocadas de color, cocadas suaves hechas en pura leche, bolita de leche, piloncillo con ajonjolí y camote, son los dulces tradicionales que elaboran con productos naturales sin nada de conservador.

A los Navarro les han querido comprar sus recetas de dulces e
incluso pagarles por una franquicia, pero se negaron.

Platica que los dulces más laboriosos para preparar son la calabaza y el chilacayote, porque tienen que dejarlos reposar varias horas en cal.

“Es un proceso que se deja en cal, lo sacan, lo sancochan, hay que picarlo para que le entre la miel y lo duermen en miel toda la noche hasta el siguiente día se saca”, explica.

Otro dulce también que requiere de mucho tiempo para prepararlo, es la leche, porque al momento de estarla haciendo se le tiene que menear hasta que esté listo; “si se deja descuidada, se pega en el caso, aunque es de cobre como quiera se pega, por eso hay que estar meneando, todo es hecho a mano, no contamos con máquinas”.

Una de las anécdotas que recuerdan es que tuvieron como clientes
a la familia de Enrique Cárdenas, así como Gustavo Cárdenas,
quienes les compraban dulces para enviar a otras ciudades.

Aunque todos los dulces se venden, los que más pide la clientela son la cocada suave, la leche y la calabaza.

El dulce más rápido y fácil de hacer son las cocadas de colores, dice.

Como son dulces tradicionales hechos con materia prima natural, comenta que lo más difícil de conseguir es la biznaga, porque la traen desde Miquihuana y el chilacayote lo compran cada diciembre para que dure todo el año.

Y como todo negocio familiar y tradicional, cuenta con la receta secreta, sobre todo los dulces de leche y la cocada.

“La especialidad de la casa es la cocada suave hecha en pura leche y la leche quemada, pueden comprar un dulce en la calle y uno de aquí, y se siente la diferencia, en la textura y el sabor”, enfatiza.

Esta receta secreta solamente la saben quienes preparan los dulces, los fundadores de la Dulcería Navarro, don Crispín y Viviana, se la dejaron a su hijo, y posteriormente el sobrino aprendió cuando tenía 12 años de edad.

Sin embargo, dice que la clientela ha bajado en los últimos años, ya que hay mucho “dulcero” en la calle que vende en carretones y se ponen en el mercado u otros lugares, aunque deja claro que no se compara con el sabor de los dulces Navarro.

“En la calle venden el dulce, no es por decir algo, pero si comparan la leche de aquí con una de la calle, no es igual”, menciona.

Dice que el único negocio con el que cuentan es en su casa, (sobre la avenida Rosales 347 zona centro), y ahí es donde acuden los clientes a comprar u ordenar pedidos, también arreglan canastas o lo que la gente pida.

Doña Juana María dice que gracias a Dios tienen clientes de todo el estado, así como de otras entidades y hasta de otros países.

“En tiempo de calor bajan las ventas, pero como quiera abrimos, porque tenemos mucha clientela de Tampico y Matamoros, también de Río Bravo, Reynosa, Monterrey y este dulce se ha ido hasta Japón y Holanda”, expresa.

Gracias a la preferencia de los clientes desde hace casi 70 años, es que pudieron sacar a sus hijos adelante, así como darles estudios profesionales.

“Con este negocio sacamos y les dimos estudios a nuestros hijos, uno es licenciado, otro es contador público y mi hija es maestra, a todos les dimos educación con la venta de dulces”, platica.

Recuerda una anécdota que les pasó con uno de los clientes frecuentes que tienen en Matamoros.

“Una vez un cliente de Matamoros mandó a un trabajador a un mandado a Victoria, aprovechando le encargó que pasara a comprarle dulces… al señor se le hizo tarde y se le hizo fácil comprarlos en la Central, y dice nuestro cliente que cuando los abrió le preguntó que de dónde eran, el trabajador le dijo que de la dulcería Navarro, el cliente le dijo “no seas mentiroso” y se los aventó por los pies, porque no eran de aquí, le dijo, “cuando no tengas tiempo, no me traigas nada, no me eches mentiras”.

Cuenta que es muy fácil reconocer el dulce que crean en esta dulcería, ya que los que venden en otros negocios, por ejemplo la leche, es más grande y más morena, porque le ponen más azúcar para que rinda más, y queda más dura que la que venden ahí.

Los dulces tradicionales de los Navarro han sido vendidos a clientes
de Japón, Holanda y Estados Unidos.

Señala que en una ocasión llegó una clienta de Cancún, quien le propuso comprarle la receta de la cocada, pero su hijo, el actual encargado, dijo que no, y también quisieron comprar la franquicia, pero se negó.

La Dulcería Navarro ha salido adelante con esfuerzo propio, ya que nunca han contado con apoyos oficiales de microcréditos o programas para emprendedores.

Dejó en claro que no cuentan con ninguna otra sucursal, porque es muy común que cuando compran dulces en otro sitio y no les gustan, los dueños de otros negocios dicen que en la Dulcería Navarro pueden hacer la devolución.

“Tenemos ese letrero ‘nosotros no tenemos negocios en otros lados, solamente aquí se vende el dulce’, en tiempo de altares de muertos nos traían el camote agrio a regresar y decían que lo compraron en el 12 Hidalgo en un carretón… y el señor de ahí les dijo que era de aquí, yo les dije ahí vaya a que se lo cambien, que nosotros no vendemos dulce agrio porque la dulcería tiene mucho prestigio y no vendemos nada echado a perder”.

Otra anécdota que recuerda es de un coronel que tenían de cliente, un día llevó a la esposa para decirle que ahí iba a comprar los dulces de una fiesta que tendrían… pero la señora no fue a la Dulcería Navarro, y la señora se le hizo fácil ir al mercado, al momento que el Coronel probó los dulces se enojó y fue a regresarlos, ya que no eran los mismos que habían comprado antes… “yo le dije que sacara las bolsas y comparara el dulce y se dio cuenta que su esposa le había mentido, en ese momento le dijo hasta lo que se iba a morir”.

También en una ocasión dice que llegó un señor de Tampico a recoger un pedido de 300 cocadas suaves para una boda de oro.

“Llega el señor y le pregunté cuál pedido, y dice de Tampico se lo ordenaron, le dije que por teléfono no hacemos pedidos, porque tienen que dejar 50 por ciento de anticipo y dice bueno y me la puede hacer, yo le dije que si me esperaba y sí me esperó, luego regresó porque las amistades de la señora fueron y pidieron más”, platica.

Dice que otros de sus clientes frecuentes son Enrique Cárdenas y sus hijos, así como Gustavo Cárdenas.

“Cuando estaba el gobernador don Enrique Cárdenas, mandaba mucho dulce fuera de la ciudad, hacía pedidos grandes y son clientes todavía, también vienen los hijos ahora cuando tienen cena o un evento para dar como postre los dulces”.

Recuerda que en una ocasión también los visitó Ramón Durón, quien pasó todo un día ahí en la dulcería, para escribir sobre estos dulces, pero él quería saber todo el proceso y aprender cómo se hacían los dulces.

Por último, cuenta que este dulce lo llevaron a degustar en Brownsville Texas, y les pidieron vender allá, “pero si mandamos y en tiempo de diciembre aquí hay mucha venta, no vamos a dejar de vender a la clientela de aquí por mandar allá”.

“Si vienen a Victoria y no vienen a los dulces, es como si no hubieran venido a Victoria”, enfatiza.

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