abril 18, 2024
Publicidad
agosto 14, 2017 | 711 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- Esta historia la publicamos hace siete meses en nuestra sección Rostros de la Ciudad y hoy, a propósito de su deceso, les compartimos su historia.

“Como ser humano he fallado… pero pido a todo el pueblo de Dios, el perdón”.

Categórico… directo. Lúcido a sus 89 años de edad, aferrado a la sapiencia pulcra e innata de un hombre que ha luchado desde el púlpito por su Iglesia, por su feligresía, por sus cristianos.

Sentado en un simple sillón que está pegado a la pared hasta donde llega el murmullo de la calle. Vistiendo una impecable camisa de manga larga en color blanco, pantalón gris y zapatos negros bien lustrados.

David Martínez Reyna, el Monseñor de nuestra Diócesis de Victoria, no pierde la sencillez y la humildad, pero tampoco la bravía reacción en defensa de los más pobres, de los desvalidos.

Divisas que lo diferenciaron siempre ejerciendo el sacerdocio, difícil de renunciar y de las que echó mano desde su inicio en esta vida dedicada a pregonar la palabra de Dios, y que mantiene ahora que los años se han venido encima y han pintado su pelo de blanco.

Aluzado por un simple cocuyo de 60 watts, pero iluminado eso sí por el santo resplandor de tres cruces con Dios Nuestro Señor coronados por una imagen de la Virgen María, es un reducido espacio de escasos cuatro por cuatro metros, nos recibe con gusto.

Con un pequeño y viejo televisor en canal de noticias, una serie de periódicos sobre la cama y otros en su mano, él sigue manteniéndose bien informado de lo sucedido hoy en día.

Así es como abre su corazón y rememora historias. Desde su formación como seminarista en su natal San Luis, pasando por Querétaro y llegando a Tamaulipas, allá en el puerto de Tampico, de la mano del entonces obispo Serafín María Armora y González.

 

SU ORIGEN Y PREPARACIÓN PARA EL SACERDOCIO

Oriundo de Río Verde, San Luis Potosí, de padres cristianos, su papá fue masón, presidente municipal, diputado local y diputado federal, quien le enseñó el camino del bien…

“Fuimos varios hermanos, nos formamos en dos religiones; la evangélica con un norteamericano muy respetuoso y en la Iglesia católica con sacerdotes muy buenos”.

Fue una forma extraña como empezó el sacerdocio… “los sábados el señor norteamericano iba por nosotros en su camioneta para irnos al culto protestante, decía mi padre que no anduviéramos en la calle porque es la escuela de la perdición y si íbamos al culto y a la Iglesia católica algo bueno aprenderíamos”.

Platica que tuvo muchos amigos en la escuela, tres de ellos eran hijos de un hombre muy rico, quienes se irían a estudiar la carrera para sacerdote… “yo no sabía qué era un seminario, y esa vez de camino a la casa le pregunto a mi madre, -¿qué es eso del seminario?, y me dice que es el lugar a donde van a estudiar para ser sacerdotes y de ahí yo también quise”.

“Me fui al seminario de San Luis Potosí, duré un año y me salí, regresé a Río Verde y en eso el Obispo de Querétaro programó hacer una visita a las parroquias de la sierra de Querétaro…

…me dice el cura, ‘oye David ponte tu sotana de seminarista para que ayudes en la misa del Obispo’, se me quedó viendo el Obispo y le hace señas al rector, él me pregunta que si estoy en el seminario, le dije que no, que ya me había salido y me preguntan qué si me quiero ir de nuevo y le respondí que a Querétaro sí me iba, con la curiosidad de conocer acepté”.

Estando en el seminario de Querétaro, cuenta que el obispo Serafín María Armora y González de Tamaulipas visitaba a sus seminaristas, era muy comprensivo con ellos, les llevaba regalos y los quería mucho.

“Me gustó la actitud del Obispo de Tamaulipas, y mis compañeros me invitaban al seminario de Tampico y acepté por curiosidad, me habían enseñado fotos de la playa y yo no conocía el mar”.

En aquel entonces, cuando llegó a Tamaulipas lo recibió el padre Ernesto Corripio Ahumada y permaneció en Tampico hasta terminar sus estudios.

“Me ordenan sacerdote en Tampico y me nombran cura vicario de catedral ahí mismo”.

Después de tiempo, lo cambian a El Mante, luego a Ciudad Madero y de ahí a la parroquia de la sierra de Jaumave.

“Duré seis años de párroco en Jaumave, aprendí a andar en caballo y en burro, también a servir a la gente, no solamente para alabar a Dios, sino a conocer a Dios buscando que tuvieran una vida humana”.

Recuerda que tuvo que trabajar para instalar el agua potable en algunos lugares de la comunidad; “me enseñé a trabajar en obras sociales en beneficio de la gente, sin descuidar la evangelización y catequesis del pueblo”.

De ahí lo cambiaron a Altamira, después a Victoria, en el Santuario de Guadalupe, donde permaneció once años.

“Me dediqué a atender a los jóvenes, sobre todo porque había mucho joven que comenzaba a irse por el camino de la droga, me hice muy amigo del jefe de la Judicial, quien me ayudó a guiar a los muchachos para dejar la droga”.

Muchos de esos jóvenes se formaron y egresaron de médicos, profesores, abogados… de buenos hombres…

Con el tiempo, el Obispo lo cambió a la parroquia “El Chorrito”, donde carecían de los servicios básicos y carreteras.

“Ahí primero me dediqué a preparar a la gente para que me acompañaran a trabajar para llevar la luz eléctrica a ese santuario y a los ejidos, se metió la luz gracias a los campesinos y gobernador Enrique Cárdenas González”.

Después comenzó a trabajar para que hubiera carreteras… “empecé a trabajar, y se han de preguntar en dónde… lo digo, no tengo vergüenza que me metí de maloso porque secuestré tres autobuses para que el gobierno de Emilio Martínez Manautou me oyera y me apoyara con 20 concesiones de peceras, buscando que los niños de ejidos no solamente estudiaran en la primaria, también que tuvieran oportunidad cursar la secundaria que había en el pueblo”.

Aunque se echó de enemigos a unos cuantos, sirvió para que le concedieran la obra de la carretera.

Después de “El Chorrito” lo movieron a Catedral en Victoria, de ahí a la parroquia Cristo Rey, donde permaneció seis años, y finalmente en la parroquia de Hidalgo, donde trabajó para que la gente no se fuera a formar parte a esa iglesia protestante.

Poco tiempo después el Obispo le comunicó que estaba exento de responsabilidades, de ahí empezó su jubilación hace diez años.

 

IGLESIA PROTESTANTE

“Me formé dentro de la iglesia protestante y católica, a la iglesia protestante no la juzgo mal, pero ahí muchos nacen y muchos se hacen…

…La iglesia protestante es fácil para vivir, ahí si yo cometo un error humano no hay confesión, no hay nada, sigue uno viviendo en el mal, y en la católica el señor Jesús dejó una ley que son los diez mandamientos y una institución, los siete sacramentos que se inician con bautismo y terminan con el matrimonio”.

Tantos años dedicados a la Iglesia católica, pero considera que le faltó mucho por hacer.

 

LA POLÍTICA

El padre David cree que la política es buena, porque es una institución de personas que tienen la capacidad para gobernar un país y llevarlo hacia la prosperidad, justicia y el bien.

Sin embargo, piensa que no debe haber partidos políticos, porque no buscan servir, sino para servirse.

 

LA VIOLENCIA Y LOS GOBIERNOS

“La violencia viene del hogar donde no hubo enseñanza de valores, el hombre y la mujer deben conjugar lo espiritual para darle al niño los valores y seguir reafirmando los valores en la escuela”.

Y su opinión sobre si los gobiernos han cumplido… “no debo hablar fuerte en eso, pero no están cumpliendo, se busca muchas veces el servirse, no servir, lo estamos viendo en gobernadores que han empobrecido a la sociedad, que se han llevado mucho dinero de la sociedad”.

“Siempre he dicho que me siento satisfecho, pero nos falta todavía mucho que trabajar, el gobierno no debe ser católico ni de otra religión, debe ser universal…

…Pero no expulsar, no quitar a Dios de la vida de la sociedad, de la vida política, Dios no es religión, Dios es persona”.

Considera que falta que a los niños los eduquen con valores en el hogar, porque donde hay carencia de Dios, llega el vacío, la corrupción y la maldad.

“Estamos viviendo un tiempo donde la maldad es engendrada por ese vacío que deja Dios, lo llena la perversión y la corrupción”.

 

Comentarios