abril 26, 2024
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septiembre 26, 2017 | 135 vistas

Mauricio Zapata.-

Cd. Victoria, Tam.- Tras haber estado cerca de la muerte, elementos de Protección Civil de Tamaulipas que apoyaron en labores de rescate en la Ciudad de México, regresaron «marcados».

Su vida ya no será la misma, manifestaron.

Son diez elementos de esta dependencia que, así como salvaron vidas de entre los escombros, también vieron muchas víctimas que ya no pudieron contar su amarga experiencia; cuerpos que les hizo hablarse de tú con la muerte.

Este martes regresaron de la capital del país, en donde estuvieron levantando piedras, restos de edificios que colapsaron por el sismo del 19 de septiembre y que ahora, esta experiencia, reiteran, les ha marcado su vida.

Son héroes sin capa; son héroes un tanto anónimos, pero héroes al fin. Forman parte de ese numeros grupo de brigadistas y rescatistas que apoyaron o siguen brindadndo ayuda a los afectados por el terremoto y que así han sido considerados por la mayoría de los mexicanos: como héroes.

Y es que también ofrecieron su vida por salvar otras.

Cuentan que antes de comenzar con su labor en la CDMX, les marcaron su brazo.

«Era para identificarnos por si lo peor ocurría, mientras buscaban entre los escombros», comentan a su llegada luego de una semana de intensas jornadas de trabajo, en donde prácticamente no tuvieron descanso, apenas para comer algo y para recuperar fuerzas.

«Pero eran jornadas largas, de hasta 20 horas».

Y sí, hubo de todo. Por su cabeza y por su cuerpo paso miedo, desesperación, dolor, frustración, pero todo eso se olvidaba cuando había satisfacción y alegría al rescatar a personas con vida.

Así narran sus experiencias estos diez héroes tamaulipecos, y que para nada son anónimos: Richard Alejandro Ledezma, Luis Roberto Terrazas, Oziel Olvera de la Cruz, Tereso Flores y Héctor Vázquez.

Cuatro elementos más se quedaron en sus ciudades de origen: Altamira y El Mante.

El coordinador estatal de Protección Civil, Pedro Granados y demás personal de la dependencia los recibieron con porras y aplausos; también les dieron un reconocimiento por su labor y entrega.

«Fueron turnos ininterrumpidos de más de 12 horas, sacando escombros, soportaron las inclemencias del tiempo».

Y no sólo eso, sino que también vivieron y sintieron las replicas sismicas.

Lo mismo pasaron hambre y sed; sueño y cansancio. La victoria y la frustración.

Hoy se quedan con la experiencia, que aseguran, nunca antes había vivido y con la satisfacción de haber sido parte del México fuerte y unido que se levantó de la tragedia.

 

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