marzo 28, 2024
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diciembre 14, 2017 | 597 vistas

José Gregorio Aguilar

Cd. Victoria, Tamaulipas. – Sobre la calle Hidalgo, casi todos los días se puede ver a un niño de tres años que, sentado sobre la banqueta y junto a su hermano y su madre, viven de la caridad ciudadana, gracias a la cual han podido sobrevivir.

Juanito es un niño morenito, que sonríe picaronamente y que casi no habla, lo poco que dice apenas se le entiende, pero aun así logró decir que quiere “un juguete para jugar” en esta Navidad.

Originarios del estado de Querétaro, viajaron a esta ciudad con la única esperanza de sobrevivir; la señora María y sus dos hijos, Juanito y Toñito estiran la mano cuando pasa alguna persona; algunos los ignoran, pero otros cristianos, de buena voluntad, les regalan algunas monedas.

Los niños no saben que esas monedas que aporta la gente será su Santa Claus; con ese dinero la madre piensa comprarles un regalo a cada uno para que ellos crean que el gordo de barba blanca y traje rojo se los dejará en la noche del 24 de diciembre.

Esta pequeña familia, que depende de la mendicidad como su único medio de subsistencia, no tiene mayores aspiraciones que las de tener algo que comer durante el día. Mientras que la señora levanta la mano para pedir la caridad, Juanito muestra una tacita que le sirve de bote para que la gente le eche ahí el dinero.

Al preguntarle al niño que le pedirá a Santa Claus en esta Navidad, y con ayuda de la madre, dijo que quiere un juguete, sin precisar cuál; Toñito, que interviene en esa breve charla, agrega: “Quiero un carro y unos soldados”, dice en forma tímida pero siempre sonriendo.

La señora, que muestra ciertos rasgos indígenas, se muestra feliz porque alguien se ha acercado a platicar con los niños “ellos no piden, solo lo que uno les dé, él quiere un juguete y el otro un carro”, agrega señalando a sus hijos que la rodean”.

La madre de estos dos pequeños no supo precisar dónde vive, solamente señaló con su mano hacia el oriente, “no sé cómo se llama el lugar es allá lejos, para allá, pero siempre andamos por aquí, a veces estamos aquí sentados y otras nos movemos para allá, hacia la plaza”.

Por la breve descripción que de su casa hizo, se entiende que se trata de una humilde morada donde en días anteriores pasaron fríos, con techo de lámina y puertas que dejan entrar el aire, “sí, hace días hizo mucho frío, pero con las cobijas nos tapamos y más o menos se nos cubrió”.

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