abril 25, 2024
Publicidad
febrero 28, 2018 | 194 vistas

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 27 (Notimex)

Hace unos días recordamos la existencia de Boko Haram en un atentado contra una mezquita de la nigeriana ciudad de Mubi. Hace tiempo que se dice que Boko Haram es la organización terrorista más letal del mundo, por encima del Estado Islámico.

En los últimos años hemos visto y oído de los numerosos ataques del Estado Islámico, catalogado como el grupo terrorista más temido del mundo. Y los medios de comunicación repiten el horror después de cada atentado.

Pero existe otra organización, en África, que tiene argumentos para considerarse aún más peligrosa. Se llama Boko Haram y en el 2014, para darse a conocer, como acto de lanzamiento frente a los medios de comunicación, secuestró a 200 niñas nigerianas en el nombre de Alá.

Boko Haram escrito en “hausa”, el idioma local, significa “la educación no islámica es pecado”. Su objetivo es hacer cumplir a cabalidad la Ley Sharia por todo el continente africano, que se divide entre los musulmanes, ubicados en el norte, y los cristianos, en el sur.

Sharia significa “camino a la paz”. Es un conjunto de normas religiosas, y en ocasiones también civiles, para que los musulmanes que viven bajo ellas sigan el “camino recto”. Pero se le considera que tiene tintes negativos debido a los abusos que en los países musulmanes se hacen en su nombre.

El fundador del grupo Boko Haram en el año 2002 fue Mohammed Yusuf, un clérigo. Como ocurre regularmente con dirigentes y líderes, a su alrededor se han construido muchas leyendas.

Nació en una provincia pequeña llamada Girgir; no fue nunca a la universidad; dedicaba buen tiempo a leer sobre religiones, y de esa manera aprendió a hablar inglés.

Junto a sus 12 hijos, lo que explica su fascinación por reclutar niños para llevarlos a la guerra, fundó Boko Haram, en teoría para acabar con la corrupción de la clase dirigente nigeriana.

En 2009 la policía lo mató y grabó el momento como prueba y como señal de victoria. Pero acabar con Yusuf no sirvió de nada. Abubakar Shekau tomó el control del grupo y se agudizó la intensidad de los ataques.

Han destruido autobuses, incendiado viviendas y condominios enteros. En 2011, 25 personas murieron en un ataque contra el edificio de las Naciones Unidas en Abuja, ciudad capital de Nigeria. Abuja está hermanada con las ciudades de Toluca y de Brasilia.

A finales de diciembre de 2011, el Gobierno nigeriano declaró Estado de Emergencia en cuatro estados del norte y centro del país (Borno, Yobe, Plateau y Níger), tras una serie de atentados atribuidos a la organización.

Los atentados se prolongaron a lo largo de todo enero de 2012, extendiéndose al Estado de Kano, donde fue promulgado el toque de queda.

En noviembre de 2013 secuestraron a un grupo de mujeres cristianas, algunas de ellas embarazadas o con niños, y las obligaron a convertirse al Islam o a casarse con un integrante de la organización.

Ese mismo año hubo varios ataques a centros educativos del país africano, dejando por lo menos cien víctimas mortales, como en el ataque a una escuela del estado de Yobe. En febrero de 2014, en un nuevo ataque fueron quemados vivos cerca de 60 estudiantes en una escuela cristiana.

Nigeria es la nación más poblada de África, con 175 millones de habitantes y una riqueza petrolífera importante, lo que justifica su relación con los Estados Unidos, para quien es un socio clave, además de ser un aliado comercial para los chinos.

“Nuestra fuerza y potencia de fuego es mayor que la de Nigeria. En cuanto a nosotros, Nigeria ya no es un asunto tan importante. Ahora tranquilamente confrontaremos a los Estados Unidos de América”, dijo Shekau hace cuatro años.

Y mientras Shekau elabora su plan para extender sus alcances más allá de África, millones de personas en Nigeria requieren asistencia vital y otras sufren el desplazamiento.

La violencia atroz ha sido la seña de identidad en los últimos ocho años de la secta islamista. Su objetivo: la instauración de un califato en ese pedazo de tierra de la Nigeria más empobrecida.

El resultado: una larga campaña de asaltos, secuestros y atentados en torno a los estados de Borno, Adamawa y Yobe, que ha acabado con la vida de entre 20 mil y 30 mil personas y obligado a huir de sus hogares a más de dos millones.

Amnistía Internacional reconoce por lo menos 14 mil víctimas desde la fundación de este grupo terrorista.

“Todos conocemos la tendencia, no sospechamos de nadie en particular, pero todos conocemos a quienes están detrás de estos ataques”, dijo Othman Abubaka, portavoz de la policía del estado de Adamawa, refiriéndose al atentado en la mezquita.

El grupo yihadista Boko Haram atacó la semana pasada a un instituto femenino en el pueblo de Dapchi, y provocó la huída de cientos de estudiantes y profesores. Por ahora el número de chicas desaparecidas y su localización sigue sin aclararse, y las informaciones que hay indican que se trataría de entre 48 y 105 menores.

El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, tildó hoy el secuestro de “desastre nacional”. Buhari emitió un comunicado hecho público por su portavoz Garba Shehu, en el cual lamenta que esto haya podido ocurrir, comparte el dolor de las familias, y prometió el rescate de las menores.

Por su parte la directora regional de Unicef, Marie-Pierre Poirier, condenó el ataque y ha mostrado su “profunda preocupación” por estos actos de violencia y la desaparición de las chicas.

Desde que fue realizado el ataque hay posiciones enfrentadas y cambiantes entre la policía y el Gobierno sobre si las estudiantes han sido o no secuestradas por Boko Haram, y tampoco hay datos fiables sobre el número de niñas que siguen desaparecidas.

Comentarios