abril 20, 2024
Publicidad
marzo 25, 2018 | 451 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- Mientras que en algunos países Odebrecht los ha cimbrado y sumergido en una gran espiral de corrupción, a Edgar lo orilló a cambiar su proyecto de vida.

Es un tamaulipeco que gusta de emprender retos… y cumplirlos.

Liquidado por Odebrecht, empresa global de origen brasileño que opera en los sectores de ingeniería, infraestructura, industria, energía, transportes y medio ambiente, ahora Edgar viaja.

Egresado de Administración y Mercadotecnia de la Universidad La Salle (Ulsa), Edgar Praga Ornelas, a sus 28 años, se acomoda en trabajos informales por el mundo.

Así ha recorrido diferentes países, hasta ahora, para vivir de paso en Noruega.

Y ya tiene planes, dirigiendo su brújula a Petra, Jordania.

 

EL INICIO DE UN LARGO VIAJE

La inquietud de recorrer el globo terráqueo nació después de un intercambio universitario a Francia, donde estuvo un año y solamente fue una probadita de lo que venía los siguientes años.

Al estar a gusto en su trabajo en la empresa, no veía fuera de lo laboral, pero una vez que quedó sin trabajo empezó a investigar y a leer sobre viajes y lugares, fue ahí cuando decidió que lo que quería hacer era viajar.

Compró un boleto con destino a Europa para dos semanas, se reencontró con un amigo y conoció a personas que estaban viajando por tres, seis meses hasta un año.

Regresó a México y le resultó interesante el viajar por más tiempo; “investigué como loco, aprendí muchas cosas y meses después me fui por cuatro meses a Asia, con presupuesto bajo, pero conocí mucho”.

De nueva cuenta regresó a Tamaulipas y decidió buscar trabajos informales, para juntar más dinero y trazar una nueva ruta.

“Me fui a Estados Unidos a un campamento de verano, trabajé de instructor de ski acuático por tres meses, junté el suficiente dinero para regresar a Europa… Desde entonces, ya es un año”.

 

VIAJANDO Y TRABAJANDO

Ha recorrido más de 35 países, en cada uno permanece mínimo dos semanas y máximo un mes.

El gasto que hace desde que sale de México, incluyendo el vuelo, transporte y todo, puede llegar a un tope de mil dólares al mes.

Aunque en realidad es mucho menos que eso, porque al estar en un país busca trabajo y voluntariados, y ahí le ofrecen hospedaje y comidas.

Este año trabajó en Noruega, Macedonia y ahora acaba de terminar en Israel.

Hace de todo tipo de voluntariado, pues en redes sociales encuentra desde religiosos, en cafetería, hoteles, hostales o de niñero.

En Noruega una familia le dio trabajo, que consistía en comprar el súper y cocinarles comida mexicana.

“Cuando los contacté me preguntaron que si sé cocinar y hacer tortillas y me dijeron: ‘Queremos aprender hacer tortillas y comer comida mexicana por los días que estés aquí’; me dieron el trabajo y era lo que hacía”.

El estar lejos de casa lo ha obligado a que aprenda a cocinar, ya que mientras estás viajado es más barato hacer de comer en hostales que salir a comer todos los días.

En los hostales le ha tocado atender en turno de noche, hacer check in y check out, darle su cama, toallas y todo al huésped.

La mayoría de los voluntariados son a cambio de hospedaje y comida.

Pero cuando trabaja en Estados Unidos recibe un sueldo de alrededor de dos mil 500 dólares al mes y junta como cinco mil dólares, lo que le alcanza para irse otro rato.

“Cuando haces voluntariados estiras el dinero muchísimo; Israel es de los países más caros donde he estado, más caro que Francia y Singapur, que tienen fama de ser caros, pero me ayudó el voluntariado y gasto alrededor de siete dólares al día”.

 

SIGUIENDO SUS METAS

Cada ciudad que recorre simplemente es un paso más para llegar a su destino.

Edgar se plantea una meta (una ciudad), pero para economizar va trazando una ruta de acuerdo a vuelos baratos que lo vayan acercando hasta el final de lo que planteó.

Pero en cada ciudad que va llegando busca empleo para sobrevivir económicamente o el voluntariado.

“La manera en que viajo: Me pongo una meta, ¿qué quiero conocer?, ¿qué quiero hacer?”.

Su meta número uno este año era Noruega, para llegar ahí buscó el vuelo más barato, a París. ¿Pero cómo le hace para llegar a Oslo, Noruega?

Lo más barato, de París a Londres y de Londres por fin a Oslo, por 40 dólares en total.

“La siguiente meta, es llegar a Petra, Jordania… ¿cómo le hago para llegar a Petra?, resulta que de Noruega hay vuelo barato a Macedonia, busco la manera de trabajar ahí, me quedo tres semanas y de ahí veo cómo seguir bajando hasta llegar a Jordania, después de Macedonia me encuentro vuelo barato a Israel, vecino de Jordania, llego a trabajar para que sea más barato y el siguiente paso es la meta, Petra, Jordania”.

 

PERDER EL MIEDO A LAS FRONTERAS

“Le pierdes el miedo a las fronteras y a lo que dicen los medios, que tal país está muy delicado, pasan más cosas malas, ataques terroristas, balaceras; pero cuando llegas a la ciudad, la vida es normal, la gente sale de su casa, va al mercado, los niños van a la escuela y poco a poco le pierdes el miedo a las fronteras y vas descubriendo tú solo”.

En su último viaje, Israel, terminó de hacer el voluntariado en Nazaret…

Cuando recién aplicó para trabajar en Israel, esa ciudad fue el primer lugar donde mandó sus datos, y le contestaron diciéndole que sí, y ya no buscó en otro lugar.

“Dije, ¿Nazaret?, no sé nada, solo sé que sale mucho en la biblia… llegué y me topé con que Nazaret es una de las pocas ciudades que no es de judíos, sino de árabes en Israel”.

Pues dice que es una ciudad bastante diferente al resto, un poco más sucia y descuidada, muy diferente, ya que los judíos son muy europeos y los árabes son más “mexicanones”.

“Llegué, esa fue mi primera impresión… un poco descuidado, pero al pasar de las semanas, me di cuenta que la gente es súper afectiva, pasaron los días y me fueron reconociendo, me hablaban y me preguntaban que de dónde soy, así poco a poco hasta el punto que sentir que ya me aceptaron en su comunidad”.

“Me invitaban a tomar café, a enseñarme a cocinar, iba al mercado y el de las frutas me regalaba las frutas porque un día antes platiqué con él, sentí como que me aceptaron, Israel solo es una etapa para llegar a la meta, nunca imaginé que se iba a convertir en un lugar tan especial para mi viaje y ahora que tengo que dejarlo sentí muy feo, como dejar mi casa otra vez”.

 

SIGUIENTE META

Después de Jordania su próxima meta es hacer el camino de Santiago de Compostela en España.

“Desde la primera vez que visité Europa en el 2011, supe de eso y me llamó la atención, pero yo quería hacerlo en bici porque me gusta andar en bici; empecé a investigar y a leer cómo se hacía, me aprendí las etapas, pero los planes cambiaron en ese entonces”.

Pero ahora que anda del otro lado del mundo lo va hacer, el recorrido empieza en Francia, son 900 kilómetros por el norte de España de este a oeste y se camina alrededor de 25 kilómetros diarios.

Duermes en albergues, la mayoría gratis, pero Edgar imagina que es una experiencia diferente, que la tiene que vivir.

Pues también conoces mucha gente caminando por diversos motivos; “lo quiero hacer en mayo y para regresar a Europa le hago igual, busco lo más barato, de Jordania volar a Chipre, de ahí a Turquía y así poco a poco hasta llegar a España”.

 

PROYECTO DE VIDA

“No me veo viajando ya a tres años…

No me falta mucho para llegar a un punto donde tengo que hacer lo que sigue”, expresa con firme convicción.

Después de tantas experiencias vividas, y las que le faltan, a lo que le gustaría dedicarse, es algo que tenga que ver con el turismo.

Una de sus ideas, es abrir un hostal en México: “no hay nadie quien esté más enamorado de México que yo”.

Su proyecto es abrir un hostal en el sur de México, a lo mejor en Puerto Escondido o una cafetería, algo con ambiente de viajero mochilero.

 

CADA CIUDAD, UNA CULTURA

Su ciudad favorita siempre había sido París, pero en enero tuvo la oportunidad de ir a Sevilla, España, y me quedé enamorado, desde entonces es la favorita, y como país Vietnam.

Antes de concluir la entrevista, Edgar comentó que su familia lo ha apoyado moralmente, aunque al principio lo juzgaban de loco.

“Me decían, ‘te vas a ir cuatro meses, estás loco, mejor buscar un trabajo’, pero les dije que si no lo hacía ahora cada vez sería más difícil y tenía ganas de tener esta experiencia, ahora que llevo un año acá sí me preguntan que cuándo voy a regresar”.

Piensa que muy pocos mexicanos se arriesgan a una aventura así.

“El gran problema en México es que no vemos ejemplos como los qué hay acá, es raro saber de alguien que viajó tres meses, seis, un año, como no sabemos se nos hace imposible, solo es animarte y trabajar para cumplir tu sueño, perder el miedo y ganas experiencias”.

 

 

Comentarios