abril 25, 2024
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julio 24, 2018 | 176 vistas

Río de Janeiro, 24 Jul (Notimex).- Recolectores de nueces y frutas asesinados por especuladores de tierra pública, policías corruptos que ejecutan a campesinos sin tierra que ocupan fincas ilegales en la selva, abogados que denuncian a políticos y son amenazados… esta es hoy la Amazonía brasileña.

La Amazonía de Brasil es en la actualidad un hervidero de violencia que ha llevado a este país sudamericano a liderar, un año más, la lista de naciones más peligrosas para los defensores del medio ambiente.

Con 57 homicidios en 2017, Brasil fue de nuevo el país donde más ecologistas y defensores de campesinos sin tierra murieron de todo el planeta, según el informe anual de la organización no gubernamental británica Global Witness, titulado “¿A qué precio?”.

La lucha por la tierra se extiende por todo Brasil, un país donde algunos expertos estiman que son millones las hectáreas de tierra pública apropiada ilícitamente por grandes empresas e influyentes rancheros con el fin de producir soya o pasto para ganado.

Pero la Amazonía, es una región que contribuye más que ninguna otra a que el gigante sudamericano lidere año tras año esta triste lista.

Las imágenes de miembros de tribus aisladas y el descubrimiento de nuevas especies animales y vegetales en las fabulosas extensiones de selva virgen suelen acaparar los titulares de la prensa sobre la Amazonía, que se extiende por  más del 50 por ciento del territorio de Brasil.

Pero la realidad es bien diferente, ya que esta región en la actualidad es sujeta de gran disputa y, por lo tanto, de una exacerbada violencia.

Solo el año pasado hubo tres “masacres” de campesinos en la llamada Amazonía Legal (que se extiende por ocho estados brasileños) como consecuencia de disputas por la tierra, una de ellas protagonizada por policías militares y civiles que mataron por disparos a diez personas que ocupaban supuestamente una finca ilegal.

En una región de gran riqueza mineral, maderera y abundantes tierras públicas, los conflictos se extienden de norte a sur, afectando a grupos indígenas y asociaciones recolectoras que, a pesar de tener sus reservas ambientales demarcadas y reconocidas legalmente, sufren invasiones, amenazas y ataques.

“Es una situación muy perturbadora. Brasil es uno de los lugares más peligrosos para defender el derecho a la tierra y la protección del medioambiente”, explicó Ben Leather, de Global Witness, que también criticó la impunidad en los casos de asesinatos de ecologistas.

En su informe, Global Witness también recordó que América Latina acumula nada menos que el 60 por ciento de los 207 asesinatos de defensores medioambientales y de la tierra, en un ranking liderado no por casualidad por dos países que comparten la mayor selva tropical del planeta: Brasil y Colombia.

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