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julio 27, 2018 | 174 vistas

Roma, 27 Jul (Notimex).- Menores migrantes originarias del Cuerno de África y de otros países subsaharianos se ven obligadas a prostituirse en la ciudad italiana de Ventimiglia para pagar su cruce de la frontera entre Italia y Francia, denunció hoy la organización humanitaria Save the Children.

En esa zona fronteriza se ha hecho cada vez más frecuente el fenómeno del “survival sex”, es decir, el de las menores en tránsito -en su mayoría africanas- que son inducidas a la prostitución para pagar el paso al lado francés o costearse alimentos y alojamiento, afirmó este viernes la organización en un reporte.

“Se trata de mujeres muy jóvenes y particularmente bajo riesgo que forman parte del flujo invisible de muchos menores migrantes no acompañados en tránsito en la frontera norte italiana», detalló.

Estas jóvenes en su intento por «reunirse con sus propios familiares o conocidos en otros países europeos, privadas de la posibilidad de usar vías seguras y legales, están expuestas a riesgos muy graves de abuso y explotación”, denunció Save the Children.

Resaltó que la situación empeoró tras el desalojo, en abril de 2018, del campamento informal en la zona a lo largo del río Roia, lo que llevó a que muchos menores migrantes terminaran viviendo en las calles en condiciones de degradación, promiscuidad y peligrosidad.

Lamentó el aumento en el flujo de eritreos en Ventimiglia, donde en marzo pasado transitaron 750 migrantes, más de la mitad de ellos eran de esa nacionalidad.

El informe, titulado “Pequeños esclavos invisibles”, denunció que las principales víctimas de la explotación sexual en Italia son las jóvenes nigerianas y rumanas y que entre 2014 y 2016 se registró un aumento del 600 por ciento de las menores de la primera nacionalidad en esa situación.

“Las víctimas nigerianas de trata y explotación provienen en su mayoría de contextos de fuerte indigencia y son reclutadas con engaños en sus lugares de origen, en donde se les presenta la falsa perspectiva de un futuro mejor en Europa”, subrayó.

Denunció que para costear el viaje de Nigeria a Italia, las jóvenes contraen una deuda de entre 20 mil y 50 mil euros (entre 23 mil y 58 mil dólares), que pueden pagar sólo con la prostitución forzada, un mecanismo de explotación y esclavitud del cual no logran liberarse también debido a rituales del “vudú” o “juju”, que las vinculan a sus explotadores a través de una cadena simbólica muy potente.

La directora de los programas Italia-Europa de Save the Children, Raffaela Milano, dijo que es fundamental garantizar a esas menores toda la protección necesaria, y que para ello la organización está potenciando sus iniciativas en la frontera norte italiana, en particular con una unidad móvil con la cual será posible detectarlas.

En el reporte se resaltó que en 2017, y según datos del Departamento de Igualdad de Oportunidades del gobierno, fueron registrados 200 menores en los programas de protección, frente a los 111 de 2016.

De ellos, 196 eran mujeres jóvenes, el 46 por ciento de ellas fue víctimas de explotación sexual, y el 93 por ciento eran de nacionalidad nigeriana, de entre 16 y 17 años de edad.

El informe resaltó que hasta el pasado 31 de mayo un total de cuatro mil 570 menores migrantes estaban ilocalizables en territorio italiano, en especial tras abandonar los centros de acogida en los que estaban hospedados.

Se trata en su mayoría de menores eritreos (14 por ciento); afganos (10 por ciento); egipcios (9.0 por ciento); y tunecinos (8.0 por ciento).

Save the Children advirtió que el abandono del sistema de acogida y la entrada en “invisibilidad” expone a los menores en tránsito a notables riesgos, en especial a las mujeres menores de edad originarias del Cuerno de África.

El reporte destacó que en 2017 fueron detectados 220 casos de menores obligados a trabajar, aunque reconoció que esa cifra es sólo la punta del iceberg.

Detalló que la mayor parte de los menores extranjeros víctimas de explotación laboral son egipcios, que trabajan en los negocios de autolavado o en pizzerías y fruterías en las ciudades de Roma y Turín, durante 12 horas diarias los siete días de la semana y con pagos de entre dos y tres euros por hora.

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