abril 26, 2024
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septiembre 3, 2018 | 726 vistas

Rubén Jasso.-

Ídolo de muchos, auténtico futbolista surgido del barrio, de origen humilde y siempre dispuesto a entregar todo en la cancha, don Nicolás Reyes Maldonado fue uno de esos jugadores que se quedaron para siempre en la memoria de quienes lo vieron desplegar su talento, defendiendo la emblemática playera de Cuerudos, ese equipo que dejó una historia imborrable en el balompié de nuestra Capital.

Sin rodeos al hablar y también poniendo esa “chispa” de buen humor cuando es necesario, don Nicolás, a quien muchos conocen como “La Magra”, nos abre las puertas de su casa para relatarnos esos episodios de su vida que lo encumbraron en el futbol profesional, faceta que también le dejó grandes amistades.

Su relación con el deporte surgió cuando estudiaba en la Escuela Industrial en los inicios de los años 50’s, destacando ahí en varias disciplinas, pero fue el balompié el que lo catapultó a saborear la gloria deportiva, recalcando con orgullo su origen humilde.

“No tenía uno ni para ponerse zapatos de futbol, pero uno jugaba con el corazón, jugábamos a veces hasta descalzos, así es como iniciamos en aquellos años en el futbol, mucha gente empezó a vernos y empezaron a echarnos la mano y nos empezaron a regalar zapatos”, dice al remover sus recuerdos.

Por aquel entonces no había mucho deporte en Victoria, pero ese joven empezaba a llamar la atención por el talento que mostraba en equipos locales de la Liga Municipal de Futbol, recibiendo un día una invitación que marcaría por completo el rumbo de su vida.

 

NACE CUERUDOS

“Cuando se inició Cuerudos en aquellos años en el 58, 59 aproximadamente, fue en la difusora XEBJ, si mal no recuerdo estaba en el 10 y 11 Matamoros, ahí se hizo la primera reunión, yo jugaba en la Liga Municipal y nos invitaron a ver si alguno de nosotros podía quedar en el equipo, porque estábamos hablando ya de un equipo profesional que no lo había aquí en Victoria”, señala.

Y agrega: “Se hizo una selección y nomás yo quedé, ¿por qué?, porque empezaron a traer gente de Tampico, de Madero, de Reynosa… y el entrenador que vino fue don Ángel Papadópulos, el primer entrenador que existió aquí en Victoria”, aunque don Nicolás recuerda que finalmente el equipo terminó integrándose en su mayoría con elementos de la capital del país y otros lugares lejanos.

Con una enorme gratitud, también menciona a la gente “de pantalón largo” que hizo posible la existencia de aquel equipo que vestía playera café y pantaloncillo blanco y que tantas historias buenas dejó en nuestra Ciudad.

“Es un grato recuerdo, don Simón Lan fue el primer presidente, él aportó ciertas cantidades, igualmente el ingeniero Antonio Rodríguez Mejía, un gran señor, también Herminio Sáenz”.

Con el paso de los años, se fue fortaleciendo la amistad entre los integrantes de Cuerudos, recordando don Nicolás Reyes con cariño a muchos de sus ex compañeros en la cancha, como “La Marrana” González (+), Sevilla, “El Chino” Vejar, “El Chavalo” Álvarez, “El Puskas” Alba y muchos más que aquí se casaron y terminaron echando raíces en Victoria.

Al cuestionarlo sobre cuál era el sello que caracterizaba a Cuerudos, sin dudar responde: “Le echábamos muchas ganas porque éramos gentes humildes”, afirma.

 

ORIGEN HUMILDE

Con mucho orgullo, relata que a la par de su faceta como futbolista, trabajaba en la fábrica Victoria Textil, “Lo que pasa es que cuando yo comencé a jugar ya estaba casado, me casé a los 19 años, entonces yo entraba a la fábrica a las siete (de la mañana) y me tenía que levantar a las cinco, porque antes estaba ‘amoladona’ la cosa y me iba a pie desde el 20 Doblado hasta acá donde está el Gobernador (Casa de Gobierno)”.

Y reitera: “Estaba amolado, no había (mucho dinero) y hasta que se empezó a formar el equipo y empezó a caer la gente ya el estadio se empezó a llenar y ya empezó a cambiar todo el panorama, pero por lo pronto se sufrió, yo como jugador si sufrí”, acepta.

Algo que también lo enorgullece, es haber entrado a la historia como el primer futbolista profesional que tuvo Ciudad Victoria, entregándose al cien por ciento en cada entrenamiento y en cada partido, pues relata que en sus tiempos libres practicaba los remates con ambas piernas y aunque es derecho, aprendió a patear con la zurda.

“Si quieres progresar tienes que echarle ganas a lo que te pongan, yo le eche ganas y don Ángel Papadópulos me veía que yo le pegaba bien y me mandó de extremo izquierdo”, explica.

Sobre sus vivencias o anécdotas durante sus años en Cuerudos, recuerda en su mayoría gratos momentos, pues si bien en ocasiones hacían viajes muy largos para cumplir sus compromisos en Tepic, Torreón, Orizaba, La Piedad y otras ciudades, el amor por la playera que defendían, terminaba por convencerlos de seguir adelante.

“A veces jugábamos a las cuatro de la tarde y de aquí nos íbamos en la madrugada en un camioncito que nos donó el ingeniero Rodríguez, pero todo se valoraba, antes no había centavos”, dice, al tiempo que recuerda que Carlos Adrián Avilés (+), solía acompañarlos en sus viajes.

“Se hizo muy amigo de nosotros, él nos acompañaba a los partidos, él narraba los partidos, por eso yo lo recuerdo con agrado, era un buen amigo y la llevaba bien con todos nosotros”.

 

SU APODO

Acerca de su apodo, recuerda cómo es que lo escuchó por primera vez, aunque en un principio no sabía que se referían a él.

“Yo andaba jugando y escuché que ‘Magra’, pero dentro del campo oyes vagamente el ruido y no le puse atención y el otro partido volvieron a gritar ‘Magra’ y ‘Magra’ y se empezó a correr que ‘La Magra’ y que ‘La Magra’… pues sinceramente no (entendía)”, hasta que alguien le explicó que era porque así como daba “partidazos”, había ocasiones en que no era del todo bueno su desempeño, aceptando ese sobrenombre con el cual hoy en día mucha gente lo sigue identificando.

Un punto que también destaca don Nicolás Reyes Maldonado, es la cercanía que ellos tenían con los aficionados, pues era común que los invitaran a convivencias después de los partidos y “todo mundo” lo saludaba en la calle, algo que se ha perdido hoy en día.

“Actualmente ya casi no conozco gente, mucha gente se ha ido desgraciadamente, a veces me voy a pie (de su casa) y me voy por la de Hidalgo y créeme que casi no saludo gente y anteriormente ‘nombre’… que bonitos tiempos aquellos, pero ahora casi no hay gente de la mía, yo tengo 80 años y gracias a Dios estoy entero y me siento bien”, indica.

Posterior a su retiro como futbolista, don Nicolás se enfocó en su faceta como entrenador en equipos de ligas locales y de la Universidad, además de otras instituciones educativas, desempeñándose también como docente en una Secundaria Técnica, aunque actualmente ya es profesor jubilado.

Además, se ha dedicado a promover el deporte en general desde los años 60’s y 70’s, haciendo una labor bastante destacada, de tal manera que como un premio a su esfuerzo y trayectoria, la canchita del 19 Berriozábal fue inaugurada por él en 1978 justamente con su nombre, aunque poco tiempo después, fue rebautizada con el nombre de “Enrique Borja”.

Actualmente y como lo hace desde hace muchos años, don Nicolás Reyes Maldonado disfruta el tiempo con su esposa, la señora Carmen Treto Alemán, así como sus hijos, el médico veterinario Mario Alberto, Silvia de Carmen, el “profe” Pedro Arturo, Lourdes, Jessica Cecilia y Adrián Reyes Treto, quienes son profesionistas y han seguido su ejemplo de ser personas de bien en la sociedad.

Igualmente, atiende con agrado a todas sus amistades, con quienes se toma ocasionalmente una “cervecita” para recordar aquellas épocas gloriosas de cuando defendía con pundonor la camiseta del equipo Cuerudos.

 

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Humildad

“Uno jugaba con el corazón, no tenía uno ni para ponerse zapatos de futbol, jugábamos a veces hasta descalzos, así es como iniciamos en aquellos años en el futbol, mucha gente empezó a vernos y empezaron a echarnos la mano y nos empezaron a regalar zapatos”.

 

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