abril 18, 2024
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septiembre 5, 2018 | 369 vistas

Diego López Bernal

Cd. Victoria, Tam. – Llegaron y se instalaron; viajaron 709 kilómetros cargados de mercancía diversa y con la misma ilusión del año pasado; sí, la renovada expectativa para sacar adelante al menos una de las dos grandes ventas del año.

Cinco días después ya asoma la incertidumbre en su mirada, y eso que solamente es quien tiene la encomienda de vender las banderitas, las cornetas, colguijes, vestidos y un sinfín de artículos más… Pero esto apenas empieza.

Como cada año, para el uno de septiembre, sin falta, llegan decenas de vendedores, la mayoría provenientes del centro del país, para ofertar los productos de temporada, confiados en que el fervor mexicano sigue tan vivo en este girón de la patria.

¿Por qué no instalarse en Reynosa, por ejemplo? Le cuestionamos al joven vendedor que antes nos dio un ágil repaso de la oferta de su puesto instalado a las afueras de un centro comercial.

“Allá la competencia está dura, hay muchos vendedores”, responde con la natural desconfianza de por qué este tipo de preguntas para un simple vendedor que deambula por la República Mexicana.

Tras la presentación de rigor, el vendedor acepta seguir la charla solicitando evitar fotografiarlo; no preguntamos por qué, respetando su petición, entendiéndolo más que por su corta edad por saber que solo es la parte visible de un negocio familiar.

Pero el punto de interés lo confirma abiertamente. “Está bien cabrón, no hemos vendido casi nada en estos primeros días, aunque esperamos que conforme se acerque la Noche del Grito la gente venga a comprarnos”, señala al voltear a ver otro punto de venta a unos metros del suyo.

Así, con una charla amena, ya más en confianza, nuestro entrevistado confirma que son de Toluca y la mayoría de los productos los confeccionan ellos mismos, como son vestidos, sombreros, aretes, pines, pero sobre todo… la Bandera Nacional. El resto lo compran.

Esta forma de ganarse la vida al menos la practican dos veces al año. El negocio familiar se encarga de producir todo tipo de artículos para las Fiestas Patrias y para la Navidad; “así nos ganamos la vida, y nos va bien, no nos quejamos, pero la verdad este año sí me sorprendió que no he vendido casi nada”.

Un apretón de manos deseándole suerte a este joven empresario errante cierra una interesante charla de varios minutos, en los que nadie se detuvo a preguntar siquiera el costo de los productos.

Así inicia el Mes Patrio entre los vendedores ambulantes, con bajas ventas que deprimen desde ahora las buenas expectativas que se tenían al decidir la ciudad en dónde se instalarían este septiembre de 2018.

Ciudad Victoria… ¿una mala elección?.

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