abril 26, 2024
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octubre 1, 2018 | 423 vistas

Rubén Jasso.-

Cd. Victoria, Tam.- Compromiso, seriedad y responsabilidad con sus clientes, son algunas de las cualidades que han distinguido a lo largo de 62 años a don Bartolo Walle Guevara, quien hoy en día se mantiene al frente de su negocio por ese sentimiento tan fuerte que lo une al ciclismo, su pasión desde finales de los años 50’s.

Orgullosamente victorense, pero con una fama y reconocimiento que se ha extendido más allá de nuestras fronteras, don Bartolo nos relata cómo fue que empezó su relación con la bicicleta, ese vehículo a través del cual se ha forjado un sólido prestigio que le ha permitido trascender y mantenerse en la preferencia de sus clientes por muchas generaciones.

Portando una “filipina” en la cual luce la leyenda “Ciclismo Victorense”, que es el nombre de su negocio, don Bartolo se acomoda en una silla con detalles rústicos y de inmediato echa a “rodar” su mente para compartirnos sus experiencias, justo ahí, en ese lugar lleno de recuerdos, pues además de bicicletas para la venta, refacciones, accesorios y más, las paredes se adornan con fotografías que ilustran su exitosa historia.

“A mí me gustó el ciclismo aun sin ser ciclista, yo estaba trabajando en un restaurante cuando veía circular ciclistas de carrera, me di cuenta de un campeonato nacional que hubo aquí en Tamaulipas que fue de Villagrán a Ciudad Victoria y lo ganó Juventino Cepeda “El Borrado”, no tuve el gusto de ver ese campeonato, pero me di cuenta y más me gustó el ciclismo”, dice para explicar el origen de su vínculo con la bicicleta.

Sin embargo, reconoce que hacerse de un vehículo de dos ruedas no era del todo fácil, por el alto costo al que se vendía en aquella época.

“Estamos hablando de 1949 al 50 más o menos, de ahí ya me creció a mí el gusto por hacerme de mi bicicleta, pero me era un poco difícil hacerme de una bicicleta de carrera, pues en aquel tiempo costaba mil 250 pesos, pero para ganarlos era mucho muy difícil y yo ganaba 14 pesos a la semana”, recuerda.

Finalmente, en 1953 logró comprar su primera bicicleta y además se inició como ciclista profesional, mencionando que su primera competencia fue en una carrera organizada por el Sindicato de Cinematográficos, donde midió fuerzas con pedalistas de talla internacional, recordando que la ruta era de ida y vuelta a Llera y el ganador fue Joaquín Martínez.

 

ABRE SU TALLER

“Desde ahí comencé y seguí trabajando en mis deseos de ser ciclista y competir, y tres años después de andar ya en algunas partes, me dio por arreglar bicicletas, comencé a ver qué era lo que se necesitaba para arreglarlas, comencé a comprar herramientas, entre todos los compañeros nos juntábamos y hubo un compañero que me animó y entre los dos hicimos el primer tallercito”, explica.

El nombre de aquel socio era José Rojas, quien luego de uno o dos años decidió tomar otro rumbo, pero don Bartolo estaba plenamente convencido de mantenerse en ese oficio y de continuar atendiendo a sus clientes que iban en aumento.

“El primer taller estuvo establecido en 15 y 16 Matamoros, porque era la casa que estaba en el 16, pero yo rentaba la casa siguiente, pero el predio era el 16 Matamoros, ahí inicio yo precisamente en 1956 el 24 de febrero, recuerdo muy bien”.

Al paso de los años, su mejor carta de recomendación era la seriedad que imprimía a su trabajo, de ahí que la creciente población de ciclistas le fue brindando toda su confianza.

“Había pocos talleres, unos tres o cuatro cuando mucho, y ya mi negocio comenzó a trabajar y como siempre fui más formal, yo iniciaba a trabajar a las ocho de la mañana (y terminaba) hasta las nueve de la noche y estaba pegado siempre ahí y entonces el negocio comenzó a tomar mucha formalidad”, sostiene.

 

NACE CICLISMO VICTORENSE

Y fue entonces que el día menos pensado ese taller dio un giro radical, pues se transformó en un negocio especializado en bicicletas, aunque acepta que no fue fácil comenzar, porque no se consideraba un comerciante.

En su camino se encontraría con unos pedalistas de Jalisco que le abrieron la puerta para entrar de lleno al ramo, pues ellos eran patrocinados por una empresa de bicicletas que apenas iniciaba y andaba en busca de distribuidores en todo el país.

Ante la propuesta que le hicieron, don Bartolo respondió que no tenía los suficientes recursos para emprender un negocio, pero aquellas personas le insistieron también por los conocimientos que tenía y le brindaron todo su apoyo.

“Cuando me dan mis primeras bicicletas yo no hallaba qué hacer, (pues) yo no era comerciante”, dice con humor.

En aquella época, eran las mueblerías las que vendían bicicletas, pero ya por ahí de 1957-58 su negocio tomaría forma y poco a poco los clientes volteaban a verlo.

“Para ese entonces ya me había cambiado al 17 Guerrero y Bravo, ahí fue donde me llegó el montón de bicicletas que yo no sabía qué hacer y ese negocio comenzó a trabajar muy bien, de manera que me dio para que abriera yo la sucursal del Ocho Hidalgo y Juárez y ahí se siguió desarrollando mi negocio”, dice con orgullo, al tiempo que señala que el nombre de “Ciclismo Victorense” siempre lo tuvo en mente, y así se ha conservado a lo largo de los años.

Respecto a su trayectoria como pedalista, don Bartolo nos cuenta que siempre compaginó esa faceta con su labor de mecánico, pues el ciclismo es algo que trae desde su nacimiento.

“Yo seguí compitiendo hasta el 74-75, más o menos, aunque mi mero fuerte podemos decir que fue de 1953 a 1963, lo que fue un deporte como ciclista profesional”, señala.

 

GRANDES RECUERDOS

En su mente, don Bartolo Walle guarda con absoluta claridad tantas imágenes que le permitieron encumbrarse y también otros momentos que le quedaron como experiencias.

“Cuando quedé campeón de montaña, hice una persecución aproximadamente desde el ejido El Encino hasta la ‘Cuesta de Llera’, di alcance a los fugados y no solamente les di alcance, los sobrepasé y quedé como campeón de montaña en el estado, eso fue en 1957”, relata.

Y añade: “En ese año después tuve otro fuerte, corrí la carrera de la Expropiación Petrolera de Reynosa, ahí yo gané lo que fue la primera meta, que era en Camargo, (pero) al regreso yo rompo mis manubrios y tuve que llegar en un lugar atrasado, pero fui el campeón de la primer meta”.

Con mucho orgullo, platica que él también formó parte de la cuarteta que corrió una vuelta a Tamaulipas que abarcaba gran parte del estado e incluso cubrían ciudades de otras entidades, logrando en esa competencia un honroso sexto lugar, además de cosechar triunfos en otras competencias.

De regreso a la actualidad, don Bartolo señala que muchos ciclistas en alguna ocasión le han pedido un consejo, brindándoles siempre su atención con mucho gusto.

“Sí ha habido muchos ciclistas y yo mismo he estado en competencias, auxiliándolos como mecánico y como técnico, dándoles consejos o cosas que son útiles”, afirma.

El gusto y dedicación por esta actividad es algo que ha trascendido a su familia, pues uno de sus hijos practicó el ciclismo por un tiempo y otro de ellos lo acompaña en la labor diaria de su taller y negocio, aunque, en general, destaca que siempre les ha gustado practicar distintas disciplinas.

“Han agarrado otros deportes y yo he amado todo lo que es deporte, porque sabemos que es una cosa saludable y buena para toda persona, ellos han agarrado mucho el basquetbol, el futbol, todo eso, y el ciclismo requiere siempre de mucha disciplina y dedicación, entonces les fue pesado porque uno de ellos, que es el mayor, agarró la carrera de ingeniería y se dedicó a eso”.

La entrevista estaba por concluir y don Bartolo Walle menciona algo de mucho valor para él: las amistades, además del respeto y reconocimiento de la gente, así como el prestigio que se ha ganado a lo largo de los años.

“Exactamente, hasta puedo decir que de forma internacional, porque tengo amistades en Venezuela y en Colombia que me frecuentan y, pues, como ellos dicen, somos hermanos de un algo que siempre amamos, como es el ciclismo, y llevamos esa sangre”, puntualiza.

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