marzo 28, 2024
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diciembre 16, 2018 | 269 vistas

Shalma Castillo.-

De Tamaulipas extraña a su familia y amigos… a su gente y la comida.

Pero allá, en el país de los grandes lagos… ha aprendido a comunicarse, a ser responsable, y a dejar de juzgar a la gente.

A sus 28 años, Yadira Castro disfruta su visa de trabajo en Canadá. Ahí trabaja a diario con una familia hindú.

Desde hace dos años está en Vancouver, a donde llegó con la idea de estudiar y perfeccionar el idioma inglés.

La economía la llevó al país de la hoja del maple, cuando tenía la opción de ir a Inglaterra. Había que ahorrar y por ello la victorense optó mejor por ir al país del norte de América.

Recuerda con emoción ese pasaje y comparte con nosotros su estadía. Abre espacio en su quehacer diario para detallar particularidades de su hacer y su sentir…

Ella es una más de las tamaulipecas, de las victorenses que en estos días recorren algunos países, conociendo gente, culturas, enfrentando retos y alcanzando metas…

 

LUCHA PARA LOGRAR TUS PROPÓSITOS

El vivir una experiencia en el extranjero surge desde la Universidad, pero el miedo de salir de la zona de confort y, además, obtener los recursos económicos para cubrir todos los gastos de escuela y estancia, son de los principales obstáculos.

Sin embargo, el querer cumplir las metas que se propone, es más fuerte que ello, lo que la hace tomar la decisión años después de graduarse.

“Después de unos años es cuando me animo a salirme para estudiar inglés, sin embargo la indecisión está entre Inglaterra o Canadá, al checar precios veo que es más económico Canadá, y cuando elijo ese país, estoy entre Vancouver o Toronto, pero por el clima me dicen que es mejor Vancouver, además tiene zonas naturales y Toronto es más ciudad”, enfatiza.

LA ADAPTACIÓN EN UN PAÍS DE PRIMER MUNDO

Al llegar, el choque cultural con una ciudad moderna es un contraste demasiado grande, desde el clima, infraestructura, servicios públicos y hasta la amabilidad de las personas, forman parte de ello.

Pero lo que llega a resentir primero es el clima, mucho frío y lluvia, pues la costumbre de los 40 grados de Ciudad Victoria es un cambio gigantesco.

“En realidad llego a pensar que no voy aguantar porque es un frío muy intenso, y de hecho en ese entonces aún no estaba muy, muy frío”.

Al principio realiza su estancia con una familia canadiense, ellos la ayudan a entender cómo funciona el transporte público y los camiones que debe tomar para llegar a la escuela y de regreso a casa.

Pero al inicio, su inglés no es tan bueno, confiesa que el primer día se pierde y llega tarde a la escuela, también por no saber usar las trajeras del camión, ni menos que debes jalar un listón para indicar que te vas a bajar del autobús.

“Todo eso es nuevo para mí, porque salir de Victoria a una ciudad del primer mundo es un cambio muy fuerte, pero toda la gente te ayuda, aunque hables mal el inglés, hasta te acompañan al camión y te enseñan el camino a la escuela o a donde ocupas ir, también me toca conocer a muchos mexicanos, aquí te ayudan mucho, fuera del país son muy solidarios y cambian la actitud”.

“Vancouver es una ciudad donde te puedes sentir segura, hay mucha naturaleza, la gente te ayuda, no te ven por la ropa que traes, no importa si eres rico o pobre, aquí eres igual y me siento libre de ser juzgada”, expresa.

 

VANCOUVER ES MULTICULTURALIDAD

Yadira recuerda que en su primer día de escuela llegó a un salón enorme, donde estaban alrededor de 500 personas más, todas con rasgos, tono de piel, vestimenta, estatura, lenguaje diferente.

Diversas nacionalidades en un mismo lugar, con muy pocos mexicanos… el conocer gente de todas partes del mundo es de las mejores experiencias que te pueden pasar, además de hacer un nuevo amigo, también te enriqueces conociendo otras culturas.

“Es muy interesante, antes no conocía a personas de otros países, y siempre ves en la televisión o redes sociales que en Asia son de tal manera, en Europa de otra y no es lo mismo a que tú lo conozcas y veas su comportamiento, porque tienes un concepto de ellos y descubres que es más mito que realidad, aparte aprendes de sus culturas, te cuentan sus costumbres y comidas de sus países y comparas la multiculturalidad que hay”.

 

EXPERIENCIA LABORAL

Antes de terminar el curso de inglés, la intención es seguir practicando para aprender más y dominarlo por completo, por lo que decide extender el permiso para permanecer en el país.

Una vez que aprueban el permiso, investiga y busca programas de nanny (niñera), y para ello acude con una abogada y le pregunta cómo puede hacerle.

“La abogada me dice que es muy difícil, porque una familia te tiene que patrocinar, es como pedir a tu país México para que trabajes acá con ellos, pero es complicado encontrar a una familia que haga eso por ti”, explica.

Dice que ante la dificultad, se anima a trabajar sin papeles, y piensa en ahorrar dinero y regresar a México.

Pero todo llega a su tiempo… después encuentra un anuncio en Facebook donde solicitan una nanny, se contacta, acude a la entrevista y le dicen que sí, y así empieza a trabajar sin documentos para laborar.

De ese modo permanece alrededor de ocho meses, hasta que la familia le ofrece otorgarle el permiso de trabajo en un contrato de dos años; “me explican en lo que consiste el proceso para ver si estoy de acuerdo y es algo que me parece muy bien, porque aparte de que me gusta mucho la ciudad, sigo practicando y aprendiendo el idioma con ellos”.

Aunque la experiencia con la familia originaria de la India al inicio es bastante dura.

“Ellos tienen como cinco años viviendo en Vancouver, sus costumbres son diferentes, de mente abierta… en cuanto a la comida es poco parecida a la mexicana, pero más condimentada y con los niños el trato es diferente, los tratan como adultos chiquitos”…

Al estar acostumbrada que en México cuando ves a un bebé empiezas hacerle cariños o jugar con él, ellos son todo lo contrario, su cultura es bastante fría y el niño tiene que hacer todo por sí solo, no lo puedes abrazar ni dar besos, tampoco decir baby, solo llamarlo por su nombre.

“Eso a mí se me dificulta, porque lo quieres ayudar a cambiarse y ellos te dicen que el niño lo tiene que hacer solo. Recién que llego a trabajar con ellos, la niña tiene dos años y medio, y desde entonces ella se cambia la ropa y come sola, es muy independiente, ahorita ya tiene cuatro y hace todo sola sin dificultad”.

Yadira confiesa que al principio la familia es de carácter difícil, e incluso algunas veces hasta llegó a llorar, “en aquel entonces, todo eso es nuevo para mí, yo no estaba acostumbrada a hacer nada de la casa”…

“La señora es de carácter fuerte… me dice ‘eso no es así, que los biberones no se lavan así, por qué pones esto aquí, si no va ahí’, me explica una vez y si me equivocaba, se enojaba, hubo momentos en que pensaba por qué estoy aquí haciendo esto, no tengo necesidad, pero luego pienso que todo tiene recompensa”…

Pero con el tiempo, todo ha cambiado… “ahora es todo lo contrario, muy diferente, me confía mucho a sus niños, a veces cuando está ella en la casa le dice a la niña ‘a mí no me preguntes, pregúntale a Elena, si ella te deja hacer eso está bien, si no, no’, ahora hasta me pregunta si puede darle algo de comer al niño, pero todo eso me ha costado mucho para que confíen en mí, porque son desconfiados y especiales, pero realmente son buenas personas”.

 

LAS COSAS FLUYEN SOLAS

Todo se va dando en el tiempo adecuado…

La experiencia ha fluido sin forzar nada… primero estudiar inglés, terminar y encontrar trabajo de nanny para aprender mejor el idioma, después lograr conseguir una visa para trabajar, y ahora dice que le gustaría quedarse más tiempo para aplicar una residencia, y ese es el siguiente paso, pero igual sin forzar nada, “eso es una bendición para mí”.

Cuenta que en esa ciudad las rentas son demasiado costosas, y para que el gasto disminuya un poco, es mejor vivir con más personas, aparte que la experiencia es mucho mejor con buenas compañías…

“Vivo en un departamento en el centro de la ciudad, lo comparto con mexicanos, la ciudad es muy cara, el salario es bueno, pero lo gastas en renta, la comida también es cara, en la escuela comía cosas básicas; atún, sándwich, algo que no estaba acostumbrada, porque de tener todo en México y comer lo que quisiera, acá es lo que puedas al principio de estudiante, ahora un poco menos que antes”.

 

APRENDER Y MADURAR

Su estancia en el extranjero la ha hecho madurar, crecer como persona y a conocerse más.

“He aprendido a conocerme a mí misma, cosas que no sabía que podía hacer, las he hecho sola, el poder comunicarme al principio, con pena y todo, ahora tengo confianza en mí, soy más responsable, también he dejado de juzgar a la gente“.

Lo que más extraña de Victoria es a su familia y amigos, la comida y a la gente, “en México es muy cariñosa, expresiva, aquí son amables, pero fríos, también extraño demasiado el clima, porque me gusta más el calor”.

Ser fuerte es la única opción…

“Algo triste estando acá, es cuando fallece mi abuelita, el hecho de no estar ahí, porque no puedes salirte del país por no tener papeles y el miedo de que no te dejen entrar de nuevo es una frustración, tienes que aguantarte porque estás cumpliendo algo que quieres, pero a la vez está tu familia, y solo quieres correr e irte, en ese entonces hasta llegué a pasar en rendirme y dejar todo, es algo muy fuerte y debes pensar las cosas fríamente”.

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