marzo 28, 2024
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enero 14, 2019 | 214 vistas

Hace un año la Unión Europea aceptó a los insectos como alimento, Maité Mercier, creadora de «Little Food», la primera granja en Bruselas de cría y producción de grillos que se encarga de transformarlos en aperitivo, galletas saladas o salsas.

«La idea era encontrar una proteína ‘verde’ para los consumidores sensibilizados con el medio ambiente y los aspectos nutricionales de la alimentación, y proponer una alternativa a la carne que aporte diversificación a sus platos», explica la bioingeniera.

En el futuro espera lanzar una hamburguesa de grillos, la cual ya se preparó a pequeña escala, aunque admite que es «demasiado pronto», consciente de que en Europa muchos no están dispuestos a comer el insecto entero.

El grillo se comercializa tostado o aderezado con especias, además, esta fábrica produjo una harina que sirve de ingrediente para pan, galletas, pasteles, o condimentos de ensaladas y batidos.

En el 2013, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informó que la alimentación en base a insectos ya la implementaban al menos dos mil millones de personas.

“Durante mis estudios vi que teníamos un problema sanitario y ecológico en cuanto al consumo de carne. Pensé en las algas y los insectos como alternativa pero creo que estos últimos encajan mejor en nuestra cultura culinaria y son más interesantes a nivel gustativo”, explica Mercier.

La FAO informó que en 112 países se comen insectos, siendo en Tailandia en donde se ha desarrollado toda una industria, mientras que en México los chapulines forman parte de la alimentación, pero en Europa, Bélgica, Austria, Finlandia, Reino Unido y Holanda son excepción.

Los defensores de esta tendencia consideran que se trata de un “súper alimento” por su alto contenido en proteínas, vitaminas y minerales y se acogen también a que para producirlos se consume menos agua y energía, un camino aún por explorar en la UE.

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