abril 26, 2024
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marzo 26, 2019 | 430 vistas

Las cintas de romances juveniles sobre dos enamorados que ven sus posibilidades de estar juntos tambaleándose a causa de una mortífera enfermedad es un tema algo desgastado en la actualidad pese a que traten de hacer aportaciones propias, la verdad no sé en qué momento la humanidad dio este giro para que los jóvenes disfruten y se emocionen en el cine con historias de amor protagonizadas por enfermos terminales.

Me pasaba hace unos años cuando vi “Bajo la misma estrella” (2014), “Todo, todo” (2017) y me vuelve a pasar ahora con “A dos metros de ti”. Y estimo me seguirá pasando. Digo jóvenes porque está claro que son el público meta al que este tipo de películas apunta con historias protagonizadas por adolescentes donde, como en este caso, las redes sociales y las nuevas formas de comunicación con las vídeo llamadas, el Whatsapp y el Youtube son herramientas constantes tan indispensables que, sin ellos, la película simplemente no podría existir.

Pero el problema es la premisa sobre la enfermedad terminal. A ver, el tema de la enfermedad terminal era algo común en el cine sobre todo hollywoodense, está el caso histórico de “Love Story” (1970) o también en “La fuerza del cariño” (1983), pero era un recurso del guión que aparecía subrepticio. Uno iba a ver un drama, y se encontraba con la enfermedad del cáncer. No iba a ver una película de cómo dos personas enfermas se enamoraban, y se regodeaba en el morbo del tratamiento médico para reflexionar sobre el amor y lo lindo que es quererse y lo importante que es la muerte para fortalecer sentimientos.

En fin, la sinopsis oficial de la trama de “A dos metros de ti” tiene como protagonistas a dos enfermos de fibrosis quística que atraviesan sus tratamientos en un hospital. La distancia que explicita el nombre del título es una regla de la enfermedad, ya que quienes padecen este tipo de dolencia no pueden estar a menos de dos metros de otro enfermo, ya que corren peligro de contagiarse algún virus.

La película del director Justin Baldoni tiene al menos un personaje interesante, que es Stella que es muy bien personificada por la joven actriz Haley Lu Richardson, que es una chica controladora a la que el suspenso sobre su propia muerte vuelve, claramente, más obsesiva.  El otro enfermo, el personaje de Will que lo interpreta Cole Sprouse, es un arquetipo más previsible, el artista torturado, dueño de un fatalismo que la película usa para oscurecer el panorama y volver todo un poco más cool/irónico.

Mientras “A dos metros de ti” es el drama de Stella, con su forma de afrontar la muerte, propia y ajena, este en el fondo es un filme muy discreto, donde el uso de la tecnología le aporta ritmo y la impone como un producto actual y generacional. Hay allí algunas ideas interesantes, una forma de registrar los afectos con cierta distancia y la honestidad de un personaje que busca estabilizar sus emociones y tener todo bajo control. Los problemas, para los protagonistas y para la película, llegan con el sentimiento del amor, o sea que aborda los típicos clichés y lugares comunes que nos brinda este tipo de subgénero cinematográfico y sale más o menos bien librada.

A partir de que Stella y Will confirman su romance, la película se vuelve un maratón de cursilería telenovelera aunque tal vez lo era ya, pero no tan evidente, que juega malamente al suspenso con la salud de sus personajes y apuesta por lo trágico, sin dejar de lado el mensaje esperanzador y la autoayuda. Con un atenuante: la imposibilidad de los personajes por tocarse abre una mirada subterránea pero nada inocente sobre la virginidad, y pone al sexo en un lugar peligroso. Algo que para nada casualmente se ha instalado en varias historias adolescentes de los últimos tiempos.

Mi 7.5 de calificación a esta producción fílmica que no vamos a negar que sentimentalmente le llega al espectador, pero que no pasa de ser casi un productor de película para la televisión. Entre lo mas rescatable que aporta esta correcta cinta es la estupenda química entre los jóvenes actores Haley Lu Richardson y Cole Sprouse, así como el desenvolvimiento del elenco secundario en general. Aunado a lo genérico del argumento, salta a la vista la poca presencia que tienen en la trama los padres de los enfermos, lo cual en el fondo le resta realismo.

 

 

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