marzo 29, 2024
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julio 8, 2019 | 233 vistas

Mariana Castañón.-

Hace 15 años, cuando esta red comenzaba a popularizarse, Facebook para mí y para muchos, era una página más de juegos. Quién sabe si Zuckerberg tenía todo calculado desde el inicio y nos atrajo con dulces (aunque en ese entonces Candy Crush todavía no se popularizaba) a la casa de la bruja, pero muchos de nosotros creamos nuestras cuentas gracias a la insistencia de nuestros amigos que nos extendían invitaciones esperando que a la larga, nuestra presencia en la plataforma se viera reflejada en regalos y vidas extra. En ese entonces, ya empezábamos a ver algo de esa conexión que tanto se habla, aunque solía manifestarse de una manera transaccional: Facebook era la renovada forma de cambiar peras, por manzanas y esta vez, a nadie le molestaba que fuera así.

Un par de años después, ya que todos habíamos caído en la seducción de PlayFish y Zynga, comenzamos a utilizar esta plataforma para otras cosas: compartir fotografías, chistes -de los de la vieja escuela-, tirar indirectas y escribir en los muros de nuestros amigos. Total, si ya estábamos todos ahí, ¿por qué no habríamos de sacarle provecho? Así fue como, tras un rato de exploración web (o sea, estarle picando hasta que le agarramos la onda), de ser una página más sofisticada y exclusiva de juegos, Facebook se convirtió en un espacio de ¿verdadera? conexión.

Facebook, 15 años después: la plataforma del ofendido y el paraíso de opinolandia

Hoy en día, Facebook es un ring de boxeo. O bueno, no. Es un ring de lucha libre, o de UFC. Aquí no existen las reglas y muchas veces, tampoco las estrategias. Como abunda(mos?) los opinólogos, una nota periodística cualquiera, que genere la menor polémica o que ofenda a un grupo de opiniones, ya sea un vestido de rayas, un video de perritos o una bandera de colores, es gasolina para los usuarios. Y en estos debates exacerbados en la sección de comentarios de algún inocente, o excitador, que decidió decir lo que estaba pensando, hay de todo.

En estos debates públicos y de gran audiencia, están los que sí conocen del tema y son tan sofisticados como para utilizar puntos, comas ¡y el primero de los signos de exclamación! Por lo general, sus comentarios reciben un montón de likes y te los vas a encontrar mero arriba. Nunca nadie ha cambiado de opinión sobre algo importante en la sección de comentarios de Facebook, pero le echan ganas y hacen su intento. Por su puesto, también están sus antítesis, aquellos que no saben escribir, escuchar, ni dialogar. No son muy buenos abogando por su causa, pero son creativos a la hora de insultar y al inventar nuevas formas de escribir incorrectamente las palabras. Ellos, como los primeros, tampoco logran cambiar la opinión del otro, pero son buenísimos para hacernos reír o enojar. Si no te identificas con ninguno de estos polarizados arquetipos, quizá, como yo, seas parte de la población tibia de Facebook, aquella que no interactúa demasiado, que nomás vamos por los comentarios y likea aquellos que defienden su postura, o les hace gracia.

Pero Facebook no es solo un ring de UFC. También es una eterna reunión de secundaria, o preparatoria, o universidad, vaya, hasta familiar y de trabajo. Una pesadilla (sino ha estado practicando sus ejercicios de autoestima) para los introvertidos, los que no viajamos a Europa cada vacación, -porque no hay dinero ni vacación-, para los solteros, los que no tenemos hijos, ni planeamos casarnos pronto, los que seguimos en el mismo trabajo de siempre o cualquiera que no esté pasándosela bomba todos los días del año. De más está decir que, al igual que con las reuniones, nadie nos tiene ahí a la fuerza y si nos sentimos mal, podemos irnos temprano en cualquier momento, pero si no eres de los que tiran la toalla (o se preocupan por su salud mental), puedes usar Facebook, esta reunión virtual, para reivindicar a tu niño gordito interior con tu nuevo viaje a Cancún, tu cuerpazo de verano o tu guapísima pareja.

Facebook también es una universidad patito. Pero, como es gratis, al igual que pasa con el sistema educativo mexicano, pues no nos quejamos demasiado.  Esta escuela educa con pseudo ciencia, fake news, estudios de científicos que encuentran cada semana que cierto sector de la población resulta ser más inteligente del resto y personas que comparten fotografías de actores porno como si fueran notables estudiantes de física (¡Hola, Sergio Mayer!). Y, como en cualquier colegio, hay maestros buenos y malos. Por ahí sigo a un par de periódicos en los que confío (por cierto, nos encontramos como El Diario de Ciudad Victoria en Facebook ;). ) y me doy la tarea de leer con detenimiento las publicaciones de un par de colegas o maestros que se dan el tiempo de realmente analizar una nota antes de compartirla. Los demás catedráticos chafa, iluminados y pseudo portadores de LA verdad, he aprendido a pasarles de largo. Habrá que recordar que como en cualquier universidad, si los maestros no dan el ancho, es tarea de nosotros los alumnos discernir, leer e investigar correctamente por nuestra cuenta. Ah, por cierto, si en sus escuelas (las de verdad) no se los dijeron lo suficiente, si comparten algo que ustedes no crearon, por favor, acrediten al autor. No estamos en la tesis, pero eso también es plagio, chavos.

Por último, -nomás porque esta es mi primer columna y no me dijeron cuánto me podía extender-, Facebook es el nuevo oligopolio de la comedia virtual. Bueno, de los memes. Aunque siempre llegan más tarde a esta plataforma (los que usan Twitter lo sabrán) aquí se reproducen más fácilmente y esta red social no ha sido totalmente reemplazada por Instagram en la comunidad joven quizá solo por el gran catálogo de memes y videos graciosos que tiene para ofrecer. Todos tenemos a algún contacto que quizá no busca validación a través de las selfies pero sí a través de los memes y la cantidad de “me divierte” que recibe. Y en nuestra lista de contactos, podemos encontrarnos los de comedia blanca, los de los memes raros, los que están mucho o poco actualizados con las tendencias del momento y los de los memes clasistas, homofóbicos, o sexistas. Atención con los últimos, se recomienda dejarlos de seguir en vez de regalarles su deseado “me enoja” porque en el pensamiento de estas personas, provocar es tan satisfactorio como hacer reír. Uno debe de evitar darles el gusto. ¿Ok?

Quizá estoy siendo injusta, porque es obvio que Facebook tiene muchas cosas buenas, pues ha sido un gran medio para destapar injusticias, crear conversaciones importantes y lanzar artistas independientes, pero yo no le voy a andar haciendo promoción a esa red, porque no la necesita. Lo que sí necesita, es una invitación general a los usuarios a ponerle más de atención al contenido que elige seguir dentro de este hobbie al que le dedicamos tanto tiempo. Si no estamos dispuestos a borrar la aplicación de nuestro celular aunque sea temporalmente, de perdido, hay que darnos la tarea de  desintoxicar nuestras líneas del tiempo cada tanto. Porque, si te sentiste identificado con las metáforas anteriores, compañero, por favor, por lo menos, sigue una página de ciencia, por cada tres de memes.

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