marzo 28, 2024
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agosto 18, 2019 | 253 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.-
Aportar al mundo con un granito de arena puede hacer la diferencia.

La misión de ayudar a quien lo necesita es algo que a Grecia Vogel Rangel le han enseñado desde siempre.

En lugar de un vestido, fiesta o regalos de graduación prefiere una experiencia solidaria y única para ella.

A sus 23 años viaja hasta el otro lado del mundo para sumarse a un voluntariado, y su principal tarea es colaborar en la construcción de aldeas para personas de escasos recursos en Chiang Dao, Tailandia.

Ella es originaria de Ciudad Victoria, Tamaulipas, egresada de la Universidad Iberoamericana León, en León, Guanajuato, de la carrera de Diseño de Producto.

Grecia nos comparte la travesía que vive en este voluntariado y que sin duda es algo que cambia su vida.

SER VOLUNTARIO

“Siempre me ha gustado ayudar”.

Hace un par de años Grecia quiso hacer un voluntariado en el extranjero, sin embargo los tiempos del estudio fue algo que le impidió irse por determinado tiempo a otro país.

Luego de cuatro años de carrera, y que comúnmente la fiesta de graduación es algo que anhela la mayoría de los universitarios, Grecia prefiere celebrarlo de una manera distinta y excepcional.

En medio de la nada, con personas desconocidas, viviendo una experiencia solidaria y sumando manos para ayudar, sin esperar nada a cambio, solamente la satisfacción de aportar y formar parte de un cambio.

Comparte que Travelers With Cause es la gran oportunidad para hacer lo que tanto quiere: un voluntariado.

Esta asociación está fundada por Roberta Elizondo y Alejandro Rubio. Es un grupo de jóvenes aventureros que organizan viajes con causa a distintas comunidades del mundo, con el fin de llevar a cabo proyectos sociales sustentados en la identificación de las necesidades locales. El propósito es generar impactos sociales positivos y mediables a largo plazo en las comunidades en las que se trabaja.

Y la aventura comienza con un equipo de 16 chavos, de la mano del embajador del proyecto, Daniel Aguirre Cano.

 

ASÍ ES EL VOLUNTARIADO

Vivir en medio de la nada, en pequeñas cabañas con servicios, pero sin comodidades.

A 500 metros de ahí está el área de construcción, en un terreno donado por un bondadoso canadiense y con él se comunican para hacer las tareas del voluntariado.

El objetivo es construir una aldea renovable, así como la creación de seis baños.

Los encargados de ello es un grupo de 16 jóvenes que deben realizar los procesos artesanales, en este caso es hacer el cemento, cavar un pozo de dos metros de profundidad por 1.20 de ancho para colocar por dentro un tanque que lo una a los seis baños y que ahí lleguen los desechos.

“El cemento se hace con diez cubetas de tierra, cinco de agua, una bolsa de cemento y se mezcla”.

En esa zona, la tierra es roja y tiene muchas funciones. En esta actividad la utilizan para poner la base que va antes del cemento, la estructura está hecha con bambú y posteriormente se colocan los blocks.

Los seis baños tienen regadera, se construyen en un espacio pequeño y con techo de lámina.

El grupo de voluntarios mexicanos son quienes aportan con la mano de obra, otras asociaciones donan el material.

”Allá no hay máquinas, el proceso es lento y cansado, cada quien realiza una tarea; hacer la mezcla, acarrear los blocks y hay turnos para hacer el pozo que es lo más pesado”.

La primera comida es a las siete de la mañana, otra a la una de la tarde y la cena a las cinco de la tarde.

En el voluntariado solo es comida tailandesa, y como está “en medio de la nada”, lo sacan de cultivos, tienen gallinas y puercos que matan para darles de comer.

Todos los días en las tres comidas es arroz con menú diferente… “pero si caminamos y hay una palmera con piña, la arrancan y ahí comemos todos, cortan el ramo de plátanos o cualquier fruta que haya ahí”.

LOS PRINCIPALES RETOS

Un viaje programado para ir al otro lado del mundo en 24 horas, sin embargo los vuelos retrasados lo prolongaron a tres eternos días.

Viajar en un grupo de 16 personas no es fácil; siempre estar al pendiente para no alejarse de los demás, cansados, sin bañarse y dormir poco.

Al llegar a su destino, no hay descanso de ese largo y pesado viaje, ya que lo que menos quieren perder es tiempo.

Las 12 horas de diferencia es algo a lo que deben adaptarse, también a la comida y a estar en un lugar alejado y sin comodidades.

“Ahí tienes que salir de tu zona de confort… pero todas esas circunstancias te enseñan a valorar mucho y a solidarizarte”.

“Somos 16 personas y la mayoría sin conocernos, pero todos vamos con el mismo objetivo, ayudar. Sin embargo, a pesar de que no sabes nada del otro, nos ayudamos entre nosotros, cuidamos y motivamos”.

“En este viaje pasan muchas cosas; desde que a una niña la muerde un chango y otra que se intoxica, ambas llegan hasta el hospital, claro que nos preocupamos y las ayudamos, porque realmente nos hicimos como hermanos y entre todos nos cuidamos“.

En el voluntariado, se lava a mano y el baño se baja con una cubeta de agua.

Hay que adaptarse a otras costumbres; “hay lugares que tienen tasas de baño diferentes, como tipo bacinica en el piso, deben entrar descalzas, tienen una “maderita” y tú te limpias porque no hay papel de baño.

 

RECORRIENDO TAILANDIA

Luego de cumplir con el tiempo programado para la causa social, también aprovechan para viajar y conocer sobre la cultura tailandesa.

El paso por Chiang Mai, Bangkok, Krabi y Phi Phi Islands, le da la oportunidad de conocer templos, personas, tradiciones, lugares y la comida.

Sin embargo, confiesa que la ciudad que logra enamorarla es Chiang Mai, también Phi Phi Islands, le parece increíble.

“En Tailandia hay alrededor de 35 mil templos, conozco aproximadamente 20, la cultura de allá es muy entregada al budismo. Uno de los lugares que más me impresiona por su infraestructura y el significado es el White Temple”.

“Es un templo totalmente blanco, antes de entrar, en el piso hay manos y tiene un puente. En la parte de adentro se aprecia un mural, que por respeto no se permite tomar fotos, pero las imágenes plasmadas empiezan simbolizando lo que es el mundo terrenal, el infierno y después el cielo, lo que quiere decir es que para llegar al cielo se necesitan muchos pasos, dejar el apego a cosas materiales, en el mural hay teléfonos, aparatos y entre otras cosas que representan las tentaciones, en los templos entras siempre descalza y cubierta”.

 

UN VOLUNTARIADO TE CAMBIA LA VIDA

Al cuestionarle a Grecia; “¿volverías hacer otro voluntariado?”, sin pensarlo dos veces, dice “sí”.

“Volvería definitivamente, en el tour nos juntamos con voluntarios de otros países y platicando con ellos nos cuentan sus experiencias, a pesar de todo me volvería a ir, es una experiencia increíble”.

Dice que la persona encargada del proyecto de construcción está muy agradecido por ir “literalmente” desde el otro lado del mundo para ayudar; “pero sin duda, la agradecida soy yo, porque esta experiencia me ha hecho valorar, a ser más sensible y tener firme la convicción de que quiero seguir ayudando. Aprendes a solidarizarte, a crear hermanos en personas desconocidas, a trabajar en equipo y te deja un montón de cosas positivas”.

“El miedo lo dejas a un lado, arriesgarte y después del viaje le vas a dar sentido, es algo inexplicable, vale la pena y aprendes mucho, eso se queda en mi corazón”, puntualiza nuestra Tamaulipeca en el Mundo de esta edición.

 

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