abril 26, 2024
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septiembre 13, 2019 | 152 vistas

Shalma Castillo.-

El esfuerzo por aprender francés vale la pena.

Justin Javier Aguillón Cervantes, además del español, habla el inglés y francés, idiomas que lo han beneficiado para crecer profesionalmente.

A sus 22 años este aprendizaje lo ha llevado hasta Chambéry, Francia, para realizar una licencia profesional en transformación de plásticos.

Estando en Europa aprovecha para recorrer algunos países de ese continente, aprender nuevas culturas y hacer buenos amigos.

Entre sus planes está realizar una maestría en Polonia o Ucrania, y para ello aprender el ruso.

APROVECHANDO OPORTUNIDADES

Los estudios de carrera Justin los inicia en Victoria, pero al enterarse que en el Tecnológico de Matamoros tienen becas para otros países, hace el cambio de universidad.

Después de concluir el horario normal, durante un año aprovecha para ir tres horas extra a clases de francés.

Al dominar el francés pasa por varios filtros para poder aplicar a la beca; el primero es la lengua, para ello va a Monterrey a realizar un examen que mide el nivel del idioma, y para poder ser aceptado le piden mínimo el uno, pero Justin logra colocarse en nivel dos.

Después acude a Querétaro, en donde se congregan todas las universidades tecnológicas del país, los alumnos van a entrevista, ahí hay un jurado francés y mexicano, y los estudiantes deben escoger en una lista las licencias que quieren tomar en Francia, cada una de ellas es en una ciudad diferente y Justin, de 30 universidades, escoge la que más le llama la atención: Especialización en plásticos.

De 600 personas es uno de los 200 seleccionados como becario.

 

APRENDIENDO EN FRANCIA

Primero llega a París y de ahí lo mandan a Besanzón por un mes, vive con una familia francesa y acude a una escuela para aprender francés.

De los 200 alumnos, 120 llegan a esa misma ciudad y el resto a otra; después del primer mes de capacitación con el idioma cada estudiante se va a la ciudad que elige para estudiar.

Al llegar a Chambéry se instala en la residencia de estudiantes. En la escuela toma las clases regulares con los franceses y al final hace cuatro meses de estadía. Para ello Justin realiza un proyecto de investigación.

Lo que regularmente le pasa a cualquier persona que llega a un país diferente con una nueva cultura, afortunadamente para Justin no le resulta difícil y su adaptación es más amena.

“El primer mes es para adaptarse a la vida de allá, y en ese aspecto no tengo un choque cultural fuerte, afortunadamente me toca estar con una señora ya grande y con ella practico mi francés, me da consejos de lo que sí se puede hacer en la ciudad y qué no; de hecho, hasta la fecha seguimos teniendo comunicación”.

En cuanto a las clases, el idioma no es un impedimento, a pesar que Justin dice no tener un francés perfecto.

“Las palabras técnicas son semejantes porque provienen del latín, pero en donde sí tengo problemas es en la manera de evaluar, evalúan del uno al 20, y la mínima aprobatoria es el diez, pero mis materias tienen calificaciones diferentes, no hay como tal un promedio en general y la dificultad mayor es que tomo una carera muy técnica y se ve mucha química, pero con el tiempo los maestros y los compañeros me apoyan”.

En las escuelas, sobre todo nivel básico, es raro que un alumno obtenga la calificación perfecta, lo más alto que sacan es un 18 o 19, porque es para que los estudiantes se esfuercen, y sí un alumno regular siempre saca 12 y sube de promedio, lo más común es que la psicóloga lo visite, para ver por qué es el cambio, aun cuando sea positivo. Cuidan mucho a sus alumnos y son exigentes.

 

LA VIDA EN FRANCIA

Tienen tradiciones similares, celebran la Candelaria igual que nosotros, también una celebración como día de muertos, aunque lo hacen de diferente manera.

En Francia tienen una diversidad cultural muy grande y su calendario de días feriados está adaptado para personas que van llegando, por ejemplo, los árabes que viven en Francia tienen su celebración, que es el ramadán: por 40 días no pueden comer mientras haya sol, solo en las noches y al final tienen una fiesta grande, porque en esos días se limpian de los pecados que han cometido y el Gobierno francés les da una semana libre para que ellos puedan tener sus celebraciones.

El Gobierno de Francia se esfuerza mucho por incluir a las personas, a pesar que los franceses son muy indiferentes, “por más que seas extranjero no les vas a llamar la atención, porque están acostumbrados, y hacer amistad con un francés es complicado, te lleva mucho tiempo, la gente no es muy efusiva con sus celebraciones, pero sí son muy patriotas”.

La comida típica depende de la región, cerca de Suiza e Italia la comida típica es un queso muy grande que lo parten a la mitad y por fuera tiene una costra muy gruesa, y lo flamean para que funda el queso y lo vacían sobre papas o carnes.

Pero el platillo favorito de Justin es el tarte flambée, es muy parecido a la pizza, típico del norte de Francia.

El clima es extremo, en Besanzón le toca la canícula, que llega hasta los 35 grados, allá no están acostumbrados a las altas temperaturas, las tiendas no cuentan con climas ni en las casas tampoco y pocas personas tienen ventilador.

Y Chambéry está entre las montañas, cerca de los Alpes franceses y en invierno llegan hasta 15 grados bajo cero.

Las personas hablan mucho sobre temas de política, cambios climáticos, y si tienen algo que expresar, lo van hacer, el francés promedio trata de estar al tanto de lo que pasa.

Las ciudades de Francia están diseñadas para favorecer al peatón o transporte público, las calles son muy angostas y por lo tanto los autos son pequeños.

 

PLANES A FUTURO

Entre las metas a mediano plazo está aplicar por cuenta propia para hacer una maestría en Europa del este, ya sea Polonia o Ucrania.

La parte más difícil es salir de tu casa por primera vez, después todo es más sencillo.

“Si tienen una oportunidad, que la aprovechen, tomen el riesgo, al final no pierden nada. En mi caso, al estar en francés muchos decían ¿y si no te dan la beca no te vas a deprimir?, pero no, al contrario, si no se daban era ganancia ya el saber francés”.

 

 

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