Desde que somos niños, nuestros padres tratar de inculcarnos una buena alimentación, nos explican que es bastante importante para nuestro crecimiento y pareciese que solo vemos una boca moverse, pero no nos importa lo que nos advierten, preferimos sabores y no nutrientes.
Esta es la historia que le ocurrió a Mark Hatzer, un hombre cuya madre de 82 años sufre de demencia senil.
La enfermedad con el tiempo fue creciendo, al punto que tres años después, tuvo que internar a su madre, Sylvia, quien ya ni siquiera lo reconocía y en su falta de memoria, acusaba al personal del hospital por “intentar secuestrarla”.
Pero Mark no se rindió y decidió cambiar poco a poco la dieta de su madre y así empezó a ganarle la lucha a la demencia. En lugar de “obligarla a tomar pastillas”, Mark le diseño una dieta especial para ella. Después de consultar a expertos, descubrió que la demencia era menos común en el mediterráneo, por lo que decidió copiar la dieta que ahí llevaban.
“Todo el mundo sabe de lo bien que hace el pescado, pero también hay arándanos, fresas, nueces. Aparentemente, tienen la forma de un cerebro para darnos una señal de que son buenos para el cerebro”.
Además, a la dieta le añadieron brócoli, avena, papas, arándanos, té verde y chocolate oscuro, tras varios meses de dieta saludable, comenzaron a notar cambios positivos, la madre de Mark empezaba a recordarlo.
“No fue un milagro de la noche a la mañana, pero después de un par de meses comenzó a recordar cosas como los cumpleaños y se estaba volviendo a ser ella, más alerta, más comprometida”
El jefe de la Sociedad de Alzheimer, comentó que no está comprobado que comer sano sea la cura, pero que sin duda eso repercute positivamente en el organismo al igual que hacer ejercicio.
Con información de: upsocl.com
