abril 19, 2024
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enero 30, 2020 | 601 vistas

Chantal Martínez Díaz.-

Cd. Victoria, Tam.-
Durante más de 20 años, más de cien familias que se ubican en las faldas de la sierra, en la invasión conocida como “Bethel”, han pasado toda una serie de problemáticas a las que se han acostumbrado y otras resuelven como pueden.

El lugar en cierto modo ha cambiado, han cambiado algunos de los vecinos, las casas y materiales con los que comenzaron la invasión. Sin embargo, lo que no cambia es la necesidad de atención, de resolución y acción ante los riesgos que ahí se viven día a día.

Desde entonces, en ese lugar no hay agua corriente y drenaje, la única manera de conseguir el líquido es mediante la dotación que llevan las pipas de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) cada semana.

Ahí, de manera “oficial”, siguen sin servicios pues en incontables ocasiones les han dicho que no pueden tener acceso a ellos, debido a la irregularidad en los predios.

Sin embargo, la simulación y riesgos están ahí, algunos “a todas luces” y otros están hasta debajo de la tierra, como es el caso de los cables de energía eléctrica que los colonos han enterrado por el temor a ser “descubiertos” y que les quiten la única forma de contar con luz en sus hogares.

Como botón de muestra se encuentra el caso ubicado en las calles conocidas como Río Nazas y Simón Bolívar. Ahí los colonos en una sola propiedad levantaron cuatro pequeños postes para que la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE) colocara medidores y proporcionara el servicio de luz a pesar de no tener certeza jurídica ni cumplir con las especificaciones técnicas y de seguridad para ello.

Ahí los vecinos reconocen que la forma de recibir el servicio no es la más segura, pero como es la única, la cuidan. Inclusive, piden a las autoridades que les permitan contratar, sobre todo porque hay algunos que ya hasta tienen casas de dos pisos.

En esta invasión los riesgos en las calles no son solo por la falta de luz por la noche, sino que el peligro mayor es pisar uno de esos cables de alta tensión enterrados a cualquier hora o, que se caigan los árboles en los que otros han enredado para pasar la luz hasta sus casas.

Don José Campos, quien lleva 20 años viviendo en ese lugar, cuenta que él les ha dado permiso a sus vecinos de colocar sus medidores y a su vez, que estos les pasen la corriente a otros.

Inclusive, del medidor que a él le proporciona el servicio hay hasta cinco casas más que reciben el servicio. En promedio por bimestre el recibo de la luz llega hasta en dos mil pesos, lo que visto desde otra perspectiva, le genera ganancias importantes a la Comisión Federal de Electricidad.

Al menos en cada uno de los postes que están levantados afuera de su casa se encuentran colgados de entre cuatro y seis casas; es decir, la problemática se replica y no hay nadie que pueda ponerle remedio sin perjudicar a estas familias, que en su mayoría son de escasos recursos.

La casa de don José está ubicada en una zona envidiada por muchos, ya que está justo a unos metros de la última acometida de la Comisión Federal de Electricidad colocada en la colonia Estudiantil, que ya está regularizada, por lo que a su alrededor hay un riesgo inminente.

A cuestionarle si esta situación le da temor, el hombre de 70 años nos cuenta que no porque hasta ahora, no han ocurrido percances ni tampoco se han generado cortos circuitos o sobrecalentamientos.

Ahí mismo, hace 20 años utilizaban las baterías de los vehículos para poder encender un foco en sus hogares.

Mientras tanto, pasan los días y en ese lugar la Comisión Federal de Electricidad sigue realizando contratos, continúa permitiendo esta situación que pone en riesgo a más de 500 personas que habitan en ese lugar conocido como “Bethel”.

“Yo no tengo contrato, aquí les presto para que hicieran sus contratos, tengo cuatro medidores, yo les di permiso, yo no cuento con escrituras pero sí cuento con una carta poder del Ejido 7 de Noviembre”.

Cuenta que desde finales de los 90 hubo un reparto del ejido 7 de Noviembre, a él los señores Pedro García y Luciano Castañón, (éste último ya fallecido), le vendieron en mil pesos la carta poder que ha presentado las veces que lo han querido sacar.

“Soy de los que llegué al último, estas personas de al lado ya estaban, todo eso no había nada, yo era el último en esta esquina”, señaló.

Ahora, asegura que la gente sigue llegando a ese sitio y todas llevan a cabo el mismo procedimiento para obtener el servicio.

“Bueno, no sé, las autoridades ya sabe cómo son, los cables están enterrados porque la Comisión no quiere poner cables, agua sí hay en la última calle de la Echeverría, ahí hay agua y drenaje y nosotros nos traen las pipas”, señala don José.

De acuerdo con la Comisión Federal de Electricidad, antes de contratar un servicio eléctrico es necesario contar con lo siguiente:

– Cables de energía eléctrica en la calle del domicilio.

– El poste más cercano debe estar a no más de 35 metros de donde se instalará el medidor; para poblaciones menores a 50 mil habitantes, deberá estar a no más de 50 metros de distancia.​

– La instalación eléctrica interna del domicilio deberá estar terminada.

– En el exterior del domicilio se habrá colocado la instalación para recibir el cable de acometida y la base o tablero para el medidor.

El año pasado las autoridades capitalinas anunciaron con “bombo y platillo” la firma de un convenio entre el municipio de Victoria y el Instituto Nacional de Suelo Sustentable (Insus), con la finalidad de dar certeza jurídica a los predios de mil 600 familias que habitan en colonias irregulares de la periferia de la Ciudad, incluidas las de la Bethel.

Hoy, el alcalde Xicoténcatl González Uresti, no se ha vuelto a parar en ese lugar y mucho menos le han dado certeza a las casas de esas familias.

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