marzo 29, 2024
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febrero 7, 2020 | 229 vistas

Chantal Martínez Díaz.-

Doña Cleotilde se armó de valor y junto con un grupo de compañeros jubilados del Hospital Civil acudió a demandar que le sea restituido su sueldo debido a que la Secretaria de Salud no les había pagado esta quincena que transcurre.

Y mientras unos a otros se echaban la mano en contar el drama por el que atraviesan pues les quitaron el único ingreso que perciben, ella en medio de la inconformidad buscaba quién la escuchara, a quién contarle su historia que como la de muchos, requería atención aparte.

Su nombre es Cleotilde Navarro Alvizo, tiene 74 años, vive sola y fue entregada por sus seis hijos a la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, (correspondiente al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, DIF), porque nadie puede hacerse cargo de ella.

Cuenta que desde los 28 años se quedó a cargo de sus hijos y que durante tres años (hasta que falleció) recibió la ayuda de su madre para sacarlos adelante mientras trabajaba.

Hoy dos de sus hijas trabajan como maestras en el sistema educativo estatal, un hijo más se quedó con la base del Hospital Civil y, dos más viven en Estados Unidos y el otro vive aquí en Victoria. Refiere que todos tienen sus obligaciones y responsabilidades pero aclara que ella vive solo de su pensión.

“En nada me ayudan y nunca me han dado nada, ni los profesionistas, ellos me estuvieron viendo en mis operaciones (una de cadera, una de la rodilla, una del pie y otra de la columna), pero me abandonaron”, expresó.

 

EL RELATO…

Cuenta que en la colonia Las Palmas, donde vive, un día llegó el equipo de trabajadores del DIF por ella, pues sus hijos se habían declarado incompetentes para hacerse cargo de ella y la entregaron el nueve de abril del año pasado.

Doña Cleo, que a cuestas carga el sufrimiento por no saber canalizar todas las emociones que le representan el abandono de sus hijos, cuenta que llegó a pensar en el suicidio.

“Desde ahí, siento mucho dolor. Compré un mecate para ahorcarme y un veneno para envenenarme porque sentía que el mundo ya se me había acabado y que para qué quería mi vida si mi vida son mis hijos, pero ya no los tengo. Ahorita el que me visita es el que trabaja en el hospital, me fue a pedir perdón en diciembre, ha ido tres veces a verme y los demás ninguno”.

Explica que los hijos notificaron a las autoridades que estaban casados, que tenían esposas, que tenían hijos, tanto las mujeres como los hombres y que no podían hacerse responsables y hoy apenas estoy aprendiendo a vivir así.

Cuenta que en las investigaciones presentó testigos para que le creyeran que fue una madre que se hizo responsable de sus hijos, que siempre buscó las formas de doblar turnos y de conseguir más dinero para poder sacarlos adelante y que –desde su parecer—no hay razón por la cual los hijos no quieran acompañarla.

“Yo le dije al procurador que yo siempre anduve detrás de el del sindicato para que me diera guardias para sacar adelante a mis hijos y completar, eran seis y todos estaban en la escuela. Mi mamá me apoyó poco tiempo porque a los tres años Dios me la quitó de un paro respiratorio y luego me quedé sola y la más grandecita, me ayudaba también”.

Y aunque el testimonio sólo corresponde a doña Cleotilde, cuenta que vivir bajo custodia de las autoridades a su edad, es un proceso difícil y pareciera que hasta ahora la explicación de lo que podría representar una buena forma de vida, no ha llegado.

“En la Procuraduría me dijeron que voy a estar bajo la custodia de ellos y ellos me visitan todos los lunes, el licenciado va, va la trabajadora social y me están dando terapias la psicóloga me apoya”.

Hace días, cuenta, llegó un oficio notificándola que había un espacio para vivir en el complejo Villas Vida Plena; sin embargo, la señora Cleo no consiente irse a ese lugar, sobre todo porque dice que todavía tiene energías y puede vivir en su casa, con sus “matas” y su perrita.

“No quiero estar internada, no me quiero ir porque tengo mis matas, tengo una perrita que es la que me acompaña y quiero disfrutar mi casa los días que Dios me permita, es mía la casa”.

Y cuenta:

“Después de que mis hijos crecieron, se casaron, los que estudiaron son profesionistas se fueron, pero ya después de que me jubilé me fui para Estados Unidos. Allá trabajé y pude hacer la casa porque antes rentaba, me hice de un solar, es mía la casa y quiero disfrutarla hasta que Dios me lo permita”.

 

MEDICINAS Y LA LIBERACIÓN DE SU PAGO

Hoy lo único que necesita es que se resuelva su situación legal para poder mantenerse, sobre todo porque a pesar de estar bajo custodia del DIF, ella tiene que sufragar los gastos de alimentación, médicos y lo que se ofrezca.

“Lo que necesito es que nos depositen para comer, para los gastos porque nos detuvieron el sueldo y yo lo necesito”.

De manera urgente, Doña Cleo necesita surtir las pastillas Tramacet, Lyrica, Clonazepam, además de Vitamina B y las pastillas de la Diabetes, porque la padece desde hace más de 30 años.

Para ‘echarle la mano’ y recibir apoyos se pueden comunicar a este medio de comunicación o al 834 853 61 73.

 

EL DATO

La Organización Mundial de la Salud advierte que la población mundial está envejeciendo rápidamente y que salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad mayor que en cualquier otro periodo de la vida.

Lo anterior, sobre todo si se considera que los trastornos neuropsiquiátricos representan el 6.6 por ciento de la discapacidad total en este grupo etario y que aproximadamente un 15 por ciento de los adultos de 60 años o mayores sufren algún trastorno mental.

El organismo refiere que las personas de 60 años de edad o mayores realizan aportaciones valiosas a la sociedad como miembros activos de la familia, voluntarios y participantes activos en la fuerza de trabajo. Aunque la mayoría de las personas mayores tienen una buena salud mental, muchas corren el riesgo de presentar trastornos mentales, enfermedades neurológicas o problemas de consumo de sustancias, además de otras afecciones, como la diabetes, la hipoacusia o la artrosis. Por otra parte, a medida que envejecemos aumentan las probabilidades de que padezcamos varias afecciones al mismo tiempo.

 

EL PROBLEMA

Más de un veinte por ciento, es decir, dos de cada diez, sufren algún trastorno mental o neural (sin contar los que se manifiestan por dolor de cabeza) y el 6.6 por ciento de la discapacidad en ese grupo etario se atribuye a trastornos mentales y del sistema nervioso.

La demencia y la depresión son los trastornos neuropsiquiátricos más comunes en ese grupo de edad.

Los trastornos de ansiedad afectan al 3.8 por ciento de la población de edad mayor y los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas, casi al uno por ciento; asimismo, aproximadamente una cuarta parte de las muertes por daños autoinfligidos corresponden a personas de 60 años de edad o mayores. Es frecuente que los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas en los ancianos se pasen por alto o se diagnostiquen erróneamente.

Lo peor, es que según la advertencia de la OMS, el personal sanitario y los propios ancianos no reconocen los problemas de salud mental en su verdadera dimensión, y el estigma de las enfermedades mentales propicia que las personas sean aún más reacias a buscar ayuda.

Hoy doña Cleo, forma parte del grupo de jubilados que dejaron de recibir su sueldo y no sabe si resolverán y cuánto tiempo tardarán en reintegrar la pensión.

Sin embargo, se siente con la capacidad física, mental y emocional de hacerse cargo de ella misma, pues cuenta que tras la entrega de sus hijos al DIF, ella decidió ir al psicólogo y ha trabajado en reforzar su fe a través de un grupo cristiano.

 

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