abril 26, 2024
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mayo 25, 2020 | 505 vistas

Rubén Jasso.-

Es figura de los cuadriláteros, como gladiador técnico se ha ganado a pulso el cariño y reconocimiento de la gente que gusta de la lucha libre, sobre todo de los niños, quienes ven en Fuego Latino a un tipo de súper héroe que defiende las causas justas, tanto arriba como abajo del encordado.

Con un recorrido de 28 años en el deporte “de las llaves y los candados”, el victorense ha sumado infinidad de éxitos y experiencias, primero como “Llamarada Dos” y desde el 2001 con su actual nombre, tiempo en el cual ha aprendido que las luchas no solamente son arriba del ring, también abajo, sobre todo cuando se trata de ayudar a los que menos tienen.

Actualmente Fuego Latino dedica gran parte de su tiempo a buscar ayuda mediante la suma de esfuerzos, para llevar una despensa u otros artículos a familias que viven una situación difícil a causa de la pandemia del coronavirus, enfermedad que ha provocado estragos en el mundo y también en nuestro país.

Y si bien el luchador porta su máscara para hacer esa labor social, no se puede negar que “El orgullo de la Colonia Azteca”, como también se le conoce, es un “Rostro de Victoria”, pues ya es un personaje ampliamente conocido por muchas personas en nuestra Capital.

LARGA TRAYECTORIA

En una entrevista con este medio, Fuego Latino nos comenta que justamente el 30 de abril cumplió 19 años de portar ese nombre, aunque su trayectoria es más amplia, porque antes luchaba como “Llamarada Dos” junto a uno de sus tíos, ya retirado de los cuadriláteros.

En total, lleva 28 años como luchador, recordando que en sus inicios fue rudo, pero un día decidió ser técnico por el gran cariño que le mostraban los aficionados, sobre todo los más pequeños, consolidándose desde entonces en el bando de “los científicos”.

Al recordar a sus maestros, con un sincero agradecimiento menciona a quienes lo formaron y lo fueron guiando en el mundo de la lucha libre.

“Mi primer maestro fue ‘El Gordo Volador’, antiguo réferi de aquí de Ciudad Victoria, que en paz descanse, él luchaba en aquel tiempo con el nombre de ‘Kimala’, posteriormente ‘El Campesino’, también ‘Súper Vaquero’ de Monterrey y terminé a la orden de ‘Jhonny El Pulpo’, Juan Ávalos Parreño”.

Sobre el afecto y reconocimiento que le brindan los aficionados, Fuego Latino señala que el luchador también se mantiene de las emociones que le transmite la gente, más allá de una retribución económica que pueda obtener.

“Si ahorita me preguntan… ¿Vives de la lucha libre?, (les diría) no… es muy difícil, el luchador vive o sigue gracias al aplauso, gracias hasta el abucheo, gracias a esas palmadas, a esas sonrisas, el luchador vive mientras la gente quiere y es una satisfacción muy grande que después de estos 19 años aún sigan manteniendo ellos la llama encendida de mi máscara”, dice.

En su palmarés, también se incluye la labor que viene haciendo desde hace un buen tiempo en la formación de los nuevos valores de la lucha libre, tarea que no es del todo sencilla.

“En un principio es difícil, porque de ser alumno pasas a ser instructor, pero mi mentor Juan Ávalos me enseñó bien y le agradezco bastante sus enseñanzas, hoy en día ya tengo al mando de la Escuela ‘Guerreros Lucha Libre’ dos años y medio y la verdad ha sido muy satisfactorio”.

Y añade: “Veo a los ‘pequeños guerreros’, como yo les digo, con muchas ganas de salir adelante, ya a un par de ellos por ahí los están viendo en empresas grandes, lo cual me da una satisfacción muy grande, tengo alrededor de 17 niños y entre ellos solamente una niña”, refiere.

 

HUELLAS DE LA BATALLA

Acerca de las huellas que han dejado en su cuerpo las múltiples batallas a lo largo de los años, el gladiador técnico hace un recuento breve, pero contundente, porque muestra los riesgos que corren quienes se dedican a la lucha libre.

“Son demasiadas cicatrices, en mi frente yo tengo alrededor de 22 o 23 cicatrices, y en lo que es mi espalda y piernas son alrededor de 60 o 65, más aparte los golpes internos, esguinces, quebradas… es lo que la afición no sabe, ellos ven el personaje, pero no saben lo que hay abajo del equipo”, explica.

Respecto a los campeonatos que ha obtenido, Fuego Latino señala que actualmente es campeón estatal de lucha libre, un cinturón que ganó hace mucho tiempo, y aunque lo perdió frente a Pekador de Tampico, lo recuperó en un corto periodo, además de ganar años atrás el fajín como el mejor luchador de Victoria, mismo que dejó vacante para disputar el título que hoy posee.

Al cuestionarlo sobre la acérrima rivalidad que sostiene con Black Power, otro luchador de experiencia en esta Capital, “El orgullo de la Colonia Azteca” sostiene que es una contienda muy esperada por los aficionados de Victoria.

“Yo creo que después de Fuego Latino está Black Power, y el verlos en una función de máscara contra máscara sería algo que llamaría mucho la atención para la afición, porque tanta afición tiene él como un servidor, entonces por eso voy, voy por la máscara de Black Power ya terminando esta pandemia”, afirma.

A la gente que lo sigue de cerca les agradece todo su apoyo, y envía un mensaje especial a los niños y jóvenes.

“Les digo que sigan sus sueños, a veces tenemos trabas en el camino, pero que una traba no sea un impedimento para que tú no llegues a tus sueños, síguelos, pero no solamente los sueñes, hazlos realidad y eso se hace con la constancia”, dice.

 

HACE LABOR SOCIAL

La plática da un giro, para hablar sobre la dura realidad que hoy en día nos acecha a todos por el riesgo latente que significa el coronavirus y la dificultad que implica para muchas personas el salir a buscar el sustento de la familia, situación que no es ajena a Fuego Latino.

“Es horrible lo que está pasando no solamente en nuestra Ciudad, sino a nivel mundial, estamos viendo mucha necesidad por todos lados, lamentablemente mucha gente se quedó sin trabajo, si antes había necesidad, imagínate hoy, yo mismo lo estoy viviendo, tengo un negocio donde lamentablemente las ventas son bajas, pero eso no me impide ayudar”.

Afortunadamente, el deportista victorense ha encontrado en su camino a personas que también se preocupan por los demás y ha sumado fuerzas con ellos para llevar ayuda a familias que están literalmente en el desamparo.

“Hay algo muy importante que quiero recalcar, Fuego Latino tiene al lado a muchos ‘angelotes’, yo no digo ni atrás ni adelante, sino al ladito mío y que me ayudan a ayudar, yo envío la ‘Fuego Señal’ y soy un intermediario para que esa ayuda llegue a donde debe llegar”.

En ese sentido, el luchador está convencido que es el momento de unir fuerzas y dejar de lado las diferencias para brindar la mano a quien realmente lo necesita.

“Hace poco se rifó una máscara para poder armar despensas y hubo mucha gente que llegó y me trajo artículos… la verdad, es un momento de sumar, no de restar”, dice el deportista, que hoy en día también lucha, pero desde una perspectiva social.

Otra razón que lo impulsa a seguir adelante es porque se ha dado cuenta, en sus recorridos por colonias y zonas marginadas, que la gente no solo tiene necesidad de alimento, también de recibir un mensaje de esperanza, o de que alguien platique con ellos.

“Debajo de la máscara (su voz parece quebrarse), a lo mejor no lo notan… pero es muy difícil llegar y hacer que ellos tengan una sonrisa, el verlos en una cama con ganas de salir adelante y no tener la forma, te hace reflexionar muchas cosas, a veces nosotros no valoramos lo poco o mucho que tenemos y ellos a veces hasta con una simple visita son felices”, comenta.

Es por ello que el gladiador técnico agradece enormemente a quienes ayudan de corazón en estos tiempos de dificultad para muchos y pide a quienes anteponen diferencias ideológicas, a hacerlas a un lado, porque “los colores” no deben importar por ahora.

“Hay mucha gente que ayuda y yo la verdad los bendigo, les agradezco que se sumen… raza, no hay colores, no debe haber divisiones, lo que debe haber es unión, la cuestión es apoyarnos entre nosotros, ayudar a la raza, ayudar a los niños, a los jóvenes, a los adultos, sacarles una sonrisa, eso es lo que hace a Fuego Latino, y yo no doy porque tengo, yo doy porque sé lo que se siente no tener, por eso lo damos y por eso busco la ayuda de toda la gente”, concluye.

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