marzo 28, 2024
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julio 20, 2020 | 240 vistas

Rubén Jasso.-

Cd. Victoria, Tam.-
Luego de dormir por espacio de seis a siete horas, Juan Carlos Cavazos Cavazos se levanta en punto de las dos de la mañana, durante cinco días a la semana, para iniciar las labores en la cocina de su hogar, reuniendo todos los ingredientes que necesita para sus guisos.

A esa hora de la madrugada, enciende la leña para preparar el menú de cada día y también procede a elaborar las tortillas de harina y gorditas que complementarán esos antojitos, que adquieren un sabor inigualable por la forma en que son elaborados.

Con absoluta dedicación y concentración en lo que hace, va preparando todo lo que necesita llevar a bordo de su triciclo: la mesa, hieleras, servilletas, verdura, salsa y otros elementos que hoy en día ya son de primera necesidad, como el gel antibacterial para proporcionar a su vasta clientela, que lo saluda como si fuera alguien de la familia.

Ya con todo listo, y en compañía de su hijo, Juan Carlos se dirige de lunes a viernes al mismo lugar: la esquina del 17 Guerrero, donde muchas personas ya lo esperan para saborear a la hora del almuerzo esas flautas y gorditas preparadas en leña.

La variedad es amplia, pues hay de salsa verde, chicharrón, huevito verde, de papa, frijolitos y otros guisos, que varían durante la semana para ofrecer más opciones para todos los gustos.

Sencillo en su trato y siempre dispuesto a dialogar de diversos temas con sus clientes, Juan Carlos nos concede unos minutos una calurosa mañana de julio, para platicar acerca de su día a día y cómo el mejor aliciente para salir a trabajar es su hijo.

Identificado por su amplia clientela como “Cavazos”, el conocido vendedor nos comenta que ya tiene un buen tiempo en el mismo lugar, mostrándose contento porque gracias a su labor ha logrado salir adelante y ha superado las dificultades propias de la vida.

“Ya tengo tiempo aquí (en el 17 Guerrero), estamos hablando como de unos tres, cuatro o cinco años y gracias a Dios de esto vivimos, de aquí sacamos para vestir a mi hijo, darle estudio, la comida, pagar renta, el calzado y la vestimenta para nosotros”, dice al iniciar la plática.

Al cuestionarlo sobre alguna otra actividad que realizaba antes de dedicarse a vender flautas y gorditas, Juan Carlos recuerda que trabajaba en una empresa constructora, pero un recorte de personal lo obligó a buscar una alternativa para sacar a flote a su familia, pues no podía quedarse de brazos cruzados, y fue entonces que decidió emprender su propio negocio.

“Yo trabajaba en Construcciones y Materiales Villa de Aguayo, en la carretera Rumbo Nuevo-Chihue, ahí anduve y ya desde que desocuparon personal, porque hubo recorte, pues me dediqué a esto, y gracias a Dios ahí la vamos pasando”, dice con orgullo.

Respecto al horario en el cual ofrece sus productos en la avenida Francisco I. Madero y calle Guerrero, quizás no abarca muchas horas, pero es el tiempo suficiente para vender casi todo lo que lleva.

“Ya tengo mis clientes, de hecho, llegamos aquí a las diez (de la mañana) y hay veces en que acabamos temprano y hay veces que nos sobra producto, pero como quiera es una fuente de trabajo, yo me levanto a las dos de la mañana todos los días, porque los guisos son recién hechos y mientras estamos picando todo, ponemos la lumbre, y guiso que va saliendo guiso que se va rellenando”, explica en referencia a las tortillas de harina y a las gorditas de maíz.

En cuanto a la clave que le ha permitido mantenerse en la preferencia de cientos de personas de oficinas, negocios, consultorios, despachos y de quienes residen por la zona, Cavazos lo atribuye al toque tan especial de todo lo que prepara.

“Además de los guisos, que están sabrosos porque son cocinados en leña y guisados en cazuela, pues ya la gente conoce el sazón, conoce el sabor, la salsa tiene aguacate, crema, queso panela y leche”.

Otro punto a su favor es el buen trato que siempre brinda a sus clientes, porque sabe que ellos son lo más importante y que al ofrecerles una buena atención, terminarán regresando algún otro día para saborear nuevamente sus guisos.

“A mi forma de ver (las cosas), en este negocio hay que tratar al cliente con una sonrisa, siempre ser amable y estar atento a lo que la gente quiera… si le falta un limón ahí lo conseguimos, para que la gente se sienta satisfecha y se vaya a gusto y bien servida”, afirma.

Justo en ese momento de la entrevista, de un vehículo se escucha a una persona que lo saluda en voz alta y le grita a manera de broma que “ya es famoso”, provocando una sonrisa en Juan Carlos.

Otras personas que van pasando a pie también lo saludan con afecto y una más decide hacer una “escala técnica” con Cavazos, pidiendo tres flautas “para empezar”, mismas que comienza a saborear con su respectivo repollo y su salsa.

Sus clientes son numerosos y con todos ellos se muestra agradecido por la preferencia que le han brindado desde que decidió instalarse en ese lugar.

“Viene gente de la Secretaría de Salud, de la Presidencia Municipal, de Gobierno, de la Mueblería Villarreal… antes me movía en un carrito y ahora ya estamos aquí establecidos gracias a Dios, y pues todo bien rico, se termina, lavamos el espacio donde laboramos y dejamos limpio, para que no haya ningún problema”, refiere.

Su jornada semanal es de cinco días, mientras que los fines de semana los aprovecha para hacer labores en el hogar, disfrutar el tiempo con su hijo y darse un espacio para descansar.

“Sí, ‘nomás’ de lunes a viernes, como le digo, llegamos a las diez de la mañana y hay veces en que termino temprano a las 11:30 y de hecho de las diez de la mañana nos recogemos todos los días (a más tardar) a las 12:40”.

Y agrega: “Los sábados y domingos lo dejo para hacer el aseo en la casa, barrer, lavar los trastes, lavar ropa y a descansar un rato, pero sábado y domingo no los trabajamos”, reafirma.

En cuanto a los días que a veces suelen complicarse por la lluvia u otros factores, Juan Carlos asegura que eso no lo detiene y deposita su fe en Dios para salir a buscar el sustento diario.

“Le hacemos la lucha, pero ya ahí vamos arriesgándonos a lo que Dios Nuestro Señor nos da”, dice al concluir la charla.

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