abril 25, 2024
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agosto 17, 2020 | 179 vistas

Rubén Jasso.-

Una flauta “dulce” es la herramienta de trabajo con la cual sale todos los días de su casa el señor Humberto Herrera. Por las mañanas se dirige a la calle Hidalgo, al mero “corazón” de Victoria en busca de obtener unas monedas que le permitan reunir lo necesario para comprar los alimentos del día.

Originario de Morelia, Michoacán, pero con más de 20 años viviendo en esta Capital, don Humberto ya es un personaje conocido por muchas personas que transitan diariamente por la que era hasta hace poco tiempo la calle comercial más importante de Victoria, aunque hoy en día luce destrozada y en un abandono nunca antes visto.

Pero eso no es problema para el músico de 70 años de edad, pues la necesidad lo obliga a tocar su instrumento por espacio de cuatro o cinco horas al día en un tramo comprendido entre la calle Nueve y la Once, siempre en la acera norte, de pie y soportando los inclementes rayos del sol.

El repertorio del michoacano es amplio, entre piezas musicales conocidas y otras no tanto, pero se mantiene firme en su lugar con la esperanza de ir reuniendo lo necesario para poder subsistir.

Un caluroso sábado al mediodía, en el Diez y Once Hidalgo, don Humberto toca la flauta en una calle desolada a pesar de la hora, con pocos autos y escasos transeúntes que pasan de prisa por donde él se encuentra, mientras que todos los negocios a su alrededor lucen con sus cortinas metálicas cerradas.

La imagen es poco alentadora, triste, pero don Humberto sigue tocando diversas piezas para ablandar el corazón de los pocos victorenses que pasan en ese momento y esperar a que puedan cooperar con alguna moneda.

La mirada que se esconde debajo de sus cejas gruesas parece cansada, pero él sabe que debe seguir luchando aun en medio de estas circunstancias tan adversas que se viven hoy en día, por una pandemia que acecha por todos lados y que se aferra en seguir haciendo daño.

SE SIENTE TAMAULIPECO

Amable y accediendo de inmediato a una conversación, don Humberto confiesa que ya se siente tamaulipeco, y también nos habla de un oficio que desempeñaba en su natal Michoacán y de otro tema sumamente importante para él.

“Soy de Morelia, pero aquí vivo, ya soy como de aquí, toda la gente me conoce porque toda mi vida he vivido aquí, esta última vez tengo como unos 22 años, ya había estado antes (en Victoria)”, explica.

Y nos cuenta de su otro oficio, al mismo tiempo que hace una petición al Gobierno.

“Me gano la vida tocando esto (la flauta), (pero) yo soy escultor de madera, el Gobierno debía de apoyarme pa’ que yo hiciera varias esculturas y dejárselas para que le den valor a la Ciudad”, dice.

Siguiendo con ese mismo tema, don Humberto Herrera trae a su mente un episodio ocurrido con una de sus esculturas, algo que considera inusual y hasta milagroso.

“Le voy a decir, de esos trabajos que hicimos, ahorita tenemos un Cristo, mide 2.40 (metros) de grande (alto), el cuerpo es de mezquite, está en Morelia y en el ojo derecho ya cuando lo terminé de hacer, le cayó una lágrima como de sangre, esa es una cosa que nunca se ha visto en el mundo en todo lo que tiene el catolicismo, nunca se ha visto eso, porque las cosas que tienen los santitos en las iglesias se las pintamos los escultores, se la arreglamos, y ahí no, tengo las fotografías del rostro como se ve la lágrima, del mero bordito del párpado sale”, explica.

“Es algo asombroso y que nunca se había visto”, añade.

Regresando a su papel como músico urbano tocando una flauta “dulce”, don Humberto comenta que llega a la calle Hidalgo a las diez de la mañana y se retira a las dos o tres de la tarde.

Generalmente se ubica entre la calle Nueve y dos cuadras más arriba, recibiendo un buen trato por parte de los propietarios de negocios, aunque recuerda que en una ocasión sí “lo corrieron” de un lugar, pero ya no volvió a ponerse ahí.

Además de ofrecer su repertorio musical, también confecciona anillos y otros artículos de fantasía o de bisutería por si alguien desea comprarlos, lo que representaría otro ingreso para él siempre y cuando se vendan.

Y acto seguido nos muestra un anillo elaborado con materiales reciclados como brillantes de fantasía y otros elementos a los cuales les da forma con mucho esmero.

“Esto pues a alguien le va a interesar, a algún artista, a algún músico, alguna persona que quiera usarlo me lo compra”, afirma.

El músico y escultor michoacano dice sentirse a gusto en Victoria, de ahí que ha permanecido por tantos años en esta tierra en donde ha cosechado amistades, lo mismo que en otros puntos de la geografía tamaulipeca.

“La gente cree que soy de aquí… (también) tenemos amistades de otras ciudades, en Río Bravo, en Reynosa, Matamoros, Altamira y lugares donde hemos estado, tenemos amistades ahí”, reitera.

 

ES COMUNERO

Por otra parte, el artista michoacano expone una inquietud que tiene desde hace muchos años, pues él como parte de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata (UCEZ) de Morelia, desea que se conozca la historia de quien fundó esa organización y de la férrea lucha que siempre sostuvo para defender las tierras de los más desprotegidos.

Don Humberto Herrera explica que tanto él como todos los miembros de la UCEZ, le deben mucho a Efrén Capiz Villegas, quien fundó la organización en 1979.

“El fundador de la Unión era un niño chiquito que tiraron en un camino, entonces la familia Capiz se lo llevó a su casa y ahí creció con otros niños que no son sus hermanos, pues se crío ahí porque se lo hallaron y lo llevaron ahí…. para no hacérsela larga, cuando él ya se hizo adulto fundó la Unión de Comuneros Emiliano Zapata, ya todo eso ya pasó, hubo muchas muertes y muchas tragedias”, recuerda.

Y reitera su deseo y el de otros comuneros de su tierra natal, “Ahorita lo que queremos es escribir la historia del licenciado Efrén Capiz Villegas, escribirla para que todo mundo se dé cuenta que cosa es la comunidad y para qué sirve eso”.

En la lucha y defensa de sus tierras, dice don Humberto, también participaron algunos “gringos”, quienes les habían prometido darles una compensación o retribución económica hace casi 20 años, promesa que nunca se hizo realidad, pues para eso debían trasladarse a territorio estadounidense, pero un suceso de grandes dimensiones les impidió poner los pies en el otro lado de la frontera.

“No pudimos irnos porque ya cuando nos íbamos a ir, cuando ya teníamos todo, ya traíamos el dinero, ya todo estaba listo para irnos, fue el día que tumbaron las torres gemelas (de Nueva York) y ya no pudimos irnos porque los gringos andaban bien alocados”, explica.

Respecto a la situación política y social que se vive en el país entero, el músico y escultor de Michoacán define a su estado natal y a Tamaulipas como dos entidades fuertes y destacadas, aunque también reconoce que hoy en día muchos mexicanos no respetan la Constitución ni las leyes, de ahí la gran cantidad de delitos que se registran en todo el territorio nacional.

“El Gobierno trata de hacer que esto se componga, pero los que ya están pervertidos no se van a componer, por eso se necesita que una ley empiece desde abajo, desde chiquitos enseñarles lo que hay que hacer dentro de la comunidad, (sería) un beneficio para toda la gente”, concluye.

Acto seguido, don Humberto reanuda su labor y toca otra melodía de su repertorio, tal y como lo hace todos los días, porque la necesidad y la dura realidad no entienden de contingencias ni discursos de políticos, ni tampoco de restricciones para salir a la calle a buscar el pan de cada día, simplemente, hay que hacerlo.

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