abril 25, 2024
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septiembre 12, 2020 | 87 vistas

Antonio González Sánchez

En la Biblia se encuentra la Palabra de Dios escrita, y esa Palabra, de manera particular el Evangelio, fortalece y orienta la manera de vivir de los creyentes. Y esa Palabra de Dios se proclama cada domingo en la Misa, es por eso que en cada celebración de la Misa, donde se celebra y se actualiza el Sacrificio Redentor de Jesucristo, la Palabra de Dios que se proclama se convierte en una parte importante en esa celebración.

Constantemente, esa Palabra de Dios habla del amor al prójimo, y ese amor se manifiesta en saber ser misericordiosos y saber perdonar las ofensas del prójimo.

Este domingo, el texto de la primera lectura tomada del libro del Eclesiástico, 27, 33-28, 9, presenta palabras que invita a una seria reflexión, a un examen de conciencia: “Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas”. Y más adelante dice: “Perdona la ofensa a tu prójimo, y así cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados”.

Por eso dije que son palabras fuertes que invitan a la reflexión seria sobre cómo se vive la fe en Dios, e invita a un fuerte examen de conciencia.

Y esta misma idea la maneja Jesucristo en el texto evangélico de este domingo, tomado de San Mateo,

18, 21-35, donde el Señor Jesús propone una parábola donde se presente la misma idea saber perdonar a los demás las ofensas. Y eso es un signo de la vivencia del amor.

Las personas que han aprendido a perdonar de corazón experimentan en su interior la misericordia de Dios, que perdona a todos, y esto produce una gran alegría interior, es la llamada alegría del perdón.

Perdonar según el espíritu evangélico supone no vengarse ni buscar la humillación del otro, sino la caridad de la corrección. A veces, frente a la ofensa, surgen sentimientos de venganza. Luchar contra esos sentimientos hace bien

Se tiene que pensar en la bondad del buen Padre Dios, que siempre perdona.

Se puede orar con palabras del Salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso. El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura”.

Que la paz, el amor y la misericordia del Buen Padre Dios permanezcan siempre con ustedes.

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