Reuters.- Un jaguar enjaulado, golpeado por un dardo tranquilizante, se eleva con un gruñido de dolor sobre sus patas quemadas y vendadas.
La hembra de piel manchada llamada Amanaci, es una de las innumerables víctimas de los peores incendios forestales jamás registrados en el Pantanal de Brasil, el humedal más grande del mundo, una joya de la biodiversidad que alberga la población de jaguares más importante del planeta.
Fue rescatada por voluntarios y llevada a una granja en el estado de Goiás dirigida por una organización no gubernamental dedicada a proteger a los felinos salvajes en peligro de extinción.
Está siendo tratada con medicina de vanguardia: inyecciones de células madre para acelerar la recuperación del tejido quemado y la regeneración de tejido nuevo. «Esperamos verla caminar sobre sus cuatro patas pronto, con su calidad de vida recuperada», dijo la veterinaria Patricia Malard.
Las células madre se extrajeron de Amanaci hace dos semanas y se cultivaron en un laboratorio antes de la primera inyección el sábado. Mientras estaba fuera de la jaula, le cambiaron los vendajes.
«Me enoja y entristece ver cómo están sufriendo estos animales», dijo en una entrevista Cristina Gianni, fundadora del refugio del Instituto NEX, para la No Extinción, donde se cuidan a 23 jaguares. «Imagínenos en su lugar. Sería como pisar descalzo sobre brasas», agregó.