abril 23, 2024
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Pagaron 3 mil dólares por ella; fue víctima de tráfico de bebés

noviembre 4, 2020 | 233 vistas

Cuando Romina Soltak, de 42 años de edad, termina sus tareas laborales, regresa a casa, se ocupa de los hijos y empieza a buscar un segundo trabajo, el que hace desde hace más de 21 años, cuando inició una investigación activa para saber quiénes son sus padres biológicos, aunque por ahora hay más preguntas que respuestas.

Lo único cierto es que al nacer fue vendida a dos apropiadores por una red que se dedicaba al comercio de bebés. A pesar de los años en que transcurre su historia, se cree que el entramado no estaba ligado al terrorismo de Estado de la última dictadura militar.

Según sus papeles ella nació el 9 de agosto de 1978, pero en realidad desconoce el día exacto; señala que no sabe cuándo es su cumpleaños, pero por las dudas, recibe regalos entre los días cercanos, a partir del 5.

Los cuestionamientos de Romina sobre su origen aparecieron desde muy pequeña. A los tres, le llamó la atención que sus familiares, amantes de la óptica y las fotografías, no tuvieran ni una sola imagen del embarazo de su mamá. “Había algo que no cerraba”, repasa. Y, a los cuatro, sus papás de crianza se vieron obligados a decirle que había sido adoptada: “Era el relato típico de ‘hija del corazón’”.

Al llegar a la adolescencia, sospechaba que podría ser hija de desaparecidos, y que habría sido robada por los uniformados durante el Gobierno de facto (1976-1983), ya que entre los delitos cometidos por las Fuerzas Armadas, se destacó la apropiación de bebés de presos políticos, o secuestrados. Soltak descartó esa posibilidad cuando se hizo estudios de ADN con las Abuelas de Plaza de Mayo y el Banco Nacional de Datos Genéticos, que dieron negativo.

Ante la insistencia, su papá de crianza empezó a hablar, y le confesó que había sido comprada, como si fuese un objeto. Le dijo que había pagado 3 mil dólares por ella. Pero esa no fue la única revelación llamativa que hizo este hombre: “También pidió exclusivamente un bebé de ascendencia judía, de tez blanca”.

Al pasar del tiempo obtuvo información de sus apropiadores y Soltak fue reconstruyendo los hechos. Le dijeron que ellos primero se reunieron con una pareja de mediadores, que debían verificar si los clientes tenían capacidad económica para solicitar el polémico servicio. El segundo encuentro fue para concretar la entrega de la beba, en un departamento de la calle O’Higgins al 1827, en el pintoresco barrio de Belgrano, Ciudad de Buenos Aires.

La red le propuso a los futuros apropiadores que trajeran a un médico de su confianza, y así corroborar la buena salud de la niña. Era una especie de “garantía”.

Romina no cuenta siquiera con una partida de nacimiento. El único documento que podía aportar alguna pista para ubicar a sus padres biológicos era un acta, donde figuraba el nombre de la partera: Emilia Torres.

Acudió a diversos organismos del Estado, como la Defensoría del Pueblo de la Nación y la Oficina de Derechos Humanos del Registro Civil porteño, e intentaron ubicar a esta mujer, sin éxito. “No aparecía en ningún lado, era un fantasma”. Localizar a Torres fue un laberinto sin salida, pero rendirse no era una opción.

Por eso Soltak notó que la mejor forma de acercarse a la verdad era difundir su caso, por si aparecían historias similares. Así, tras publicar su relato en el sitio Quiénes Somos, en 2013 otro buscador picó el anzuelo: al enterarse de que era “adoptado”, un hombre buscó por Google el nombre de su partera, que coincidía, y se puso en contacto. “Ahí me di cuenta que lo importante era tener agrupados a los buscadores por partera”, comenta Romina.

En 2016 apareció otra hija que habría sido entregada por la misma trabajadora, aunque en ese caso la involucrada firmó el acta de forma diferente: Emilia Torres de Ugalde. Así, lograron ubicar a la partera, y supieron que falleció en 1996. Hasta la fecha, hay 15 personas que habrían sido entregadas por esta mujer.

A pesar de no saber quiénes son sus padres originales, Romina construyó su propia identidad. Y no le gusta colocarse en el rol de víctima. Ahora es licenciada en Comercio Exterior y magíster en Gestión del Conocimiento, está casada, y tiene dos niños pequeños. Además, junto a su marido ayuda a que otras personas mejoren su búsqueda.

Actualmente, no sostiene una buena relación con su madre de crianza, pero sigue manteniendo un vínculo con su padre apropiador, “por respeto a la historia compartida”.

De momento, Soltak no tiene pensado llevar adelante acciones legales contra sus padres de crianza, e incluso conserva su apellido. Hoy prefiere enfocarse en la búsqueda.

Soltak sabe que el tiempo transcurrido ya no vuelve: “No sé si busco una mamá, el momento de tener una ya sucedió. Lo que busco es un nombre y un apellido, saber quién es. Después, si se arma un vínculo amistoso, cordial, obviamente es más que bienvenido. Ojalá”.

 

Con información de: sinembargo.mx

 

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