Por lo cual, pasando los primeros ocho días, se divorcio para volverse a casar con la misma mujer al día siguiente y de esta manera poder disfrutar de ocho días más. Y así repitió la estrategia.

El banco donde trabaja empezó a sospechar y al descubrir la maniobra de su empleado, por lo que decidieron denegarle los días libres pagados que él demandaba. Pero la cosa no terminó ahí.

El esposo decidió denunciar a su jefe ante la Oficina de Trabajo de Taipei por infringir el artículo 2 de las ‘Reglas de licencia laboral’ en la que se especifica que los empleados tienen derecho a 8 días libres tras el matrimonio y reclamó los 32 días de fiesta con su remuneración correspondiente. Una jugada que le ha salido parcialmente bien, ya que la Oficina de Trabajo dictaminó que el banco violó la ley y obligó a pagarle una cantidad aproximada a los 500 euros a su trabajador.

El banco recurrió a la sentencia alegando las malas artes de su empleado y el caso genera un gran debate sobre los vacíos legales de la legislación taiwanesa y sobre la conducta moral del trabajador.